viernes, 24 de octubre de 2008

Valhalla


Odín esperaba a los nuevos residentes de Valhalla. Las valquirias los elegían y los conducían hasta el templo.
Según la mitología vikinga, Valhalla era la sala donde llegaban los muertos en combate. Los soldados sangraban hasta morir y veían el sol enrojecido entre el incesante furor de la batalla. Las valquirias aparecían en ese instante, decididas a trasladar el alma del caído hasta su destino celestial.


"Hoy venceré o ganaré mi lugar en Valhalla". Esa era la consigna de los paganos nórdicos antes de la guerra. Pero fueron derrotados y sus pueblos se perdieron entre el Rhin y el Danubio.
En esa niebla de la deserción y el olvido, ya no vieron las promesas de Odín; sólo la cruz del cristianismo, que se apoderó de Occidente antes de que los tiempos medievales expiraran.


Germania volvió a Valhalla cuando irrumpió el Romanticismo y miró hacia atrás, fascinada con la idea de ser nación. Así, se sintieron herederos de aquellos guerreros medievales.
Wagner los hizo ópera de largo alcance. Leo von Klenze diseñó el Valhalla ideal para el megalómano, loco Luis II de Baviera, que lo llenó de bustos de héroes de la política, el arte y la ciencia.


La guerra sigue siendo una cuestión de fe. Y, por tanto, de Valhalla.
Los hombres que luchan, los prisioneros, los caídos en desgracia, los mercenarios, los condenados. Todos los perdedores ven a las valquirias en su última hora.

2 comentarios:

Eduardo Fuembuena dijo...

Los hombres, monjes, guerreros ven a las valquirias, pero también pueden ser recogidos por las temidas y sublimes Wallis, espíritus vengativos de las mujeres traicionadas.

Sublime Wagner en su Tetralogia...Estupendo artículo.

Saludos de su siempre devoto.

Lord Alfred.

Josito Montez dijo...

Como siempre, mucha alegría de recibir una de sus intervenciones especiales, Lord.
Saludos mil.