viernes, 4 de julio de 2008

Vidas del Biopic


Van a los Oscars con una sensación de cotidianeidad. Las películas biográficas son un cóctel apetitoso para Hollywood, especialmente cuando se trata de premiar bajo sus nociones de prestigio.
Basta echar un vistazo a las nominaciones y los premiados en las últimas ediciones; retratos de Ray Charles, Howard Hughes, Johnny Cash, Truman Capote, Bob Dylan, Edith Piaf.
El biopic está de moda y los proyectos sobre las vidas de grandes personalidades no dejan de ponerse sobre la mesa.


La ventaja principal del biopic es la de actualizar una figura célebre y revitalizar su culto. El público potencial de la película lo descubrirá y/o reivindicará, y tendrá un marketing fino a su disposición: biografías noveladas, colecciones de grandes éxitos musicales y el reeditado catálogo del artista.


Como género, la biografía funciona como una mezcolanza.
Desde siempre, Hollywood lo ha visto como el perfecto plato combinado. Un melodrama episódico y de larga duración, con posibilidad de números musicales y con la coordenada éxito/fracaso/retorno como constante. Y un final lacrimógeno, que suele coincidir con la muerte del biografiado.

Además se le da salida a la sed de cotilleo. La perfecta fachada de la very important people esconde un crudo relato sobre ascensos sociales poco ortodoxos, seguidos de brutales caídas en picado, sazonadas con drogodependencias y, a veces, desequilibrios mentales e infiernos domésticos.


Y los actores se entusiasman. Así, se da paso a la transformación y la caracterización. A veces, con resultados notables, como el caso de Marion Cotillard en "La Vie en Rose" o de Philip Seymour Hoffman en "Capote". Y otras, un puro desastre, como el reparto de "El Aviador", de Martin Scorsese.


Pero, aún así, el biopic tiene sus limitaciones y no son pocas. Primero, por su constricción a la vida del personaje. La fidelidad implica que la trama de la película tenga que ir, a la fuerza, por un camino ya fijado. Es, por ello, que son películas irregulares, con momentos más absorbentes que otros.
La credibilidad del actor a la hora de incorporar al biografiado pasa por copiar sus manierismos. Es bastante probable que su interpretación caiga en el histrionismo y acabe desentonando.


Hasta en una película audazmente escrita y notablemente realizada como "La Vie en Rose" nos encontramos con este problema. Marion Cotillard es Edith Piaf por todos los poros y en todos sus gestos. Una mujer excesiva, absorbida en sí misma y finalmente desajustada frente a un drama riguroso y comedido.


Por eso, quizá las mejores biografías son las indirectas, aquellas que no rinden homenaje, sino que indagan en los resortes más interesantes de las vidas de los artistas. Aquellas que no necesitan ni contarse en episodios ni guardar fidelidad, y resultan mucho más intuitivas.
Mejor una buena irradiación que una esclavizante adaptación.
¿Ejemplos? Ese largo trecho que va desde "Cautivos del Mal", de Minnelli, a "Boogie Nights", de Paul Thomas Anderson.

2 comentarios:

Zinquirilla dijo...

Como ya comenté por estos cyberlares, un viejo proyecto es hacer una película sobre la vida y carrera dde Montgomery Clift.

Josito, en tu opinión y criterio, y como bien dices, sin caer en manierismos ¿qué actor de hoy podría hacer tal papel?

p.d.: he puesto el texto de mi blog en azulina, pero Josito, deberías revisar tus dioptrías :D

Josito Montez dijo...

Querida mía, hágame usted una lista de posibles actores y le daré mi opinión sobre el particular, que tengo resaca y estoy espesísimo.

P.D.: Mi oculista y yo le damos las gracias por la azulina.