martes, 1 de julio de 2008

Hollywood Barrymore (2)


La sombra de papá es alargada. Y así fue para los hijos de John Barrymore.
El apellido de la familia artística más famosa de su época se convirtió en un estigma para los dos. Se sumergieron pronto en la misma espiral autodestructiva que acabó con su célebre padre.


Diana Barrymore era la mayor de los retoños de John, fruto de su segundo matrimonio con la poetisa Blanche Oerlis.
Se divorciaron cuando Diana sólo tenía cuatro años; fue enviada pronto a internados y el contacto con su padre fue mínimo.


En 1939, "Life" le dedicaba su portada a la nueva sensación. La pequeña Barrymore quería ser actriz de Hollywood; su apellido le abría todas las puertas.
Diana se convertía en la más intrigante figura juvenil de los primeros años cuarenta y todos los ojos estaban puestos en ella.


Pero no tardaría mucho en ocupar también los titulares de la prensa del cotilleo. Sus problemas de conducta, a causa del alcohol y las drogas, reorientaron el interés de la prensa.
Se la llamó "la niñata Barrymore" y se cebaron con su depravado estilo de vida y sus caprichos.
Sólo hizo cinco películas, al término de las cuales su carrera se consideró finiquitada.


La muerte de su padre aceleró su desesperación, con intentos de suicidio y estancias prolongadas en sanatorios mentales. Sus tres maridos, dominantes, maltratadores, parecían escogidos expresamente para acabar con ella misma.
Despilfarró toda su herencia y, a los 38 años, tomó la vía rápida con un explosivo cóctel de alcohol y pastillas para dormir.
Dorothy Malone protagonizó un biopic basado en sus memorias, pero quizá el más acertado retrato de Diana Barrymore lo dio Lana Turner en "Cautivos del Mal" (The Bad and the Beautiful).


Su hermano pequeño, John Drew, vivió una suerte parecida, aunque, sin duda, mucho más agónica. Hijo de John Barrymore y la actriz Dolores Costello, aseguró en cierta ocasión que había estado con su padre un solo día de su vida.
John Drew podría calificarse como el eterno despedido de los rodajes.
Firmó un contrato a los diecisiete años con un estudio de Hollywood, pero sus ausencias injustificadas y su comportamiento antisocial lo llevaron al término prematuro de su carrera.


A finales de los cincuenta, John Drew tuvo un pequeño resurgir, gracias a su memorable intervención en "Mientras Nueva York Duerme", interpretando a un asesino en serie.
Sin embargo, sus problemas continuaban. En los sesenta, estuvo encarcelado varias veces. Las drogas, las brutales borracheras y el maltrato a sus esposas fueron las principales razones.


En 1966, lo reclamaron para una intervención especial en la serie "Star Trek". Nuevamente, faltó al trabajo en el último minuto. El Sindicato de Actores lo suspendió durante seis meses.

Como su padre, John Drew se casó cuatro veces y todos sus matrimonios fueron un desastre. Acabó por aislarse del mundo y se desentendió pronto de sus hijos.
Su tercera hija, Drew Barrymore, llegó a asegurar en plena década de los noventa que ignoraba dónde estaba su padre.


En 2003, Drew se reencontró con él y lo mudó a una casa cercana a la suya. Le pagó los medicamentos para el cáncer, hasta su muerte al año siguiente.

Tanto Diana como John Drew persiguieron la figura de un patriarca ausente, intentando imitar sus éxitos y sólo logrando emular sus errores y su desidia.

(...Y la semana que viene, Drew Barrymore en "¡Notorious!")

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