viernes, 19 de junio de 2009

Vagos de Dios


Quien no sabe lo que quiere en esta vida, ¿a qué espera? ¿Acaso pretende descubrir algo más allá del madrugón y la oficina?
La sociedad no quiere comprender a los ociosos y tiende a envidiarlos con furia.
En los países donde producir es sinónimo de existir, el que no trabaja es un perdedor, o un tipo con demasiada suerte para ser digno de confianza.


Al que se despierta en medio de la noche con dudas sobre su futuro se le etiqueta como un caprichoso y se le urge a que se oriente cuanto antes.
Ahí está la angustia de Tom Scavo en "Mujeres Desesperadas", al descubrirse como un hombre de mediana edad que no sabe qué quiere ser de mayor.


Desde que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, el trabajo es la marca que define a los individuos; su estatus, sus relaciones sociales, su apariencia y su legado.
Vagos es la única etiqueta posible para los indecisos, los mimados, los hedonistas y los que viven como Dios. Es decir, aquellos que no dejarán tras de sí más que hamacas y tardes muertas. Una vida bien vivida, pero sin producto neto a considerar.


El héroe de "El Filo de la Navaja" se permitía renunciar a la vida estable que se le ofrecía después de una brutal guerra.
Quería saber algo más y no sólo contentarse con dar los buenos días y disfrutar de números favorables en el banco; una decisión completamente escandalosa en la buena sociedad yanqui.


Se espera que hasta los más elevados sentimientos y las más bellas aspiraciones tengan una recompensa final. Ya sabemos que el amor debe desembocar en matrimonio y patrimonio, y el éxito artístico, en talones y premios.
Inútil es el que no quiere llegar a ninguna parte y el que se da cuenta de que sólo vale para estar panza arriba.


Todos desean vivir sin trabajar, pero hasta los reyes buscan ocupación, tal vez por pundonor, quizá por simple aburrimiento.
Porque, después de todo, no trabajar acaba por agotar tanto como hacerlo todos los días. Y, contemplando a ciertos ejemplares, el ocio excesivo puede ser motivo de estulticia.

3 comentarios:

Eduardo Fuembuena dijo...

Montez,

Usted ha estado verdaderamente iluminado como pocas veces y encantador como de costumbre.

Según Borges... ¡Qué dífícil es decir las cosas simplemente y qué fácil leer estas! Usted lo ha logrado.

Un saludo, una reverencia, un agradecimiento por su sinceridad.

Eduardo.

Josito Montez dijo...

Gracias mil, como siempre.

mely dijo...

palabras sabias en un mundo en donde vales por lo que produces