domingo, 2 de noviembre de 2008

Paulette


Debutó en Broadway como "chica Ziegfeld" con sólo trece años.
Los espectáculos de Florenz Ziegfeld demandaban a nenas resultonas y las adornaban hasta el límite del carnaval. Paulette Goddard fue una de sus más jóvenes criaturas.
A los dieciséis años, llamó la atención de Edgar James, un magnate mucho mayor que ella. Del efímero matrimonio, sólo quedó un cuantioso divorcio y un billete a Hollywood.


Paulette Goddard, de mirada descarada y gesto atrevido, era bella por naturaleza. Conquistaba a quien se proponía y era lasciva cuando las otras sólo podían ser bonitas.


Conoció a Chaplin en el momento justo. "Tiempos Modernos" y "El Gran Dictador", dos obras claves del genio, contaron con el protagonismo de Paulette y la fijaron en la constelación hollywoodiense.
Si no hubiese aparecido Vivien Leigh, la Goddard habría conseguido el papel de Scarlett O'Hara. Como la O'Hara, era una mujer demasiado guapa y apasionante para poder confiar en ella.


Pese a perder la oportunidad de ser la dama sureña por excelencia y finiquitar su polémico matrimonio con Chaplin, los años cuarenta fueron una época grande para Paulette Goddard.

Hoy en día, sus películas más recordadas son "Mujeres" de George Cukor, donde se lanzaba a una inolvidable catfight con Rosalind Russell, y los títulos que interpretó a las órdenes de Cecil B. De Mille.


En el mundo de la chorrada total que representan las películas del señor De Mille, la Goddard se movía insinuante y divina.
Así, fue la mimada y aventurera Loxi Claiborne en "Piratas del Mar Caribe" (Reap the Wild Wind), la perseguida Abby Hale de "Los Inconquistables" y, rizando el rizo, la india mestiza un tanto ninfómana de "Policía Montada del Canadá".


La fuerza y el estilo provocador de la Goddard garantizaron el éxito de casi todas sus películas.
Sin embargo, mientras se acercaba el final de la década, decayó el interés por Paulette, que no sobrevivió a los cincuenta.
La Paramount la despidió sin contemplaciones.


Renunció a seguir intentándolo, tras sucesivos fracasos, y se instaló en Europa, dignamente, forrada hasta las cejas y junto a su último y más duradero marido, el escritor Eric Maria Remarque.


Paulette Goddard siempre ha sido una actriz subestimada.
Muchos no han sido capaces de ver en su picardía una prueba indudable de talento.

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