domingo, 9 de noviembre de 2008

Mia


Al enterarse de la noticia, Ava Gardner declaró: "Siempre supe que Frankie acabaría casándose con un chico".
El "chico" en cuestión era la joven más intrigante de la década.


La hija del director John Farrow y la actriz Maureen O'Sullivan se convertía en la nueva esposa de Frank Sinatra, treinta años más joven que él.
Andrógina y escuálida, lucía su peinado Vidal Sassoon y decía que odiaba ser Allison MacKenzie para el serial "Peyton Place".
Sólo dos años duró su matrimonio con Sinatra. Pero Mia ya era estrella por derecho propio.


Mia Farrow nació y creció en Hollywood. Sus padrinos de bautizo fueron Louella Parsons y George Cukor.
Su madre, la encantadora O'Sullivan, se ganó el estatus de legendaria cuando fue Jane para el Tarzán de Johnny Weissmuller.
En los sesenta, Mia debutaba en la televisión, como la soñadora protagonista de "Peyton Place", mientras saltaba a los medios su romance con el señor Sinatra.


En 1968, Polanski le dio la oportunidad de su vida. Rosemary Woodhouse, en bata, cuchillo en mano y algo extraño moviéndose en ese embarazo de flor de tanis, sigue siendo su interpretación capital.
"La Semilla del Diablo" (Rosemary's Baby) debe gran parte de su genialidad a esa Farrow ojerosa y mórbidamente delicada.


Potenció su rareza en "Ceremonia Secreta", inaugurando la Mia over the top de los setenta. Cruzó el límite, cuando se mostró cadavérica e histriónica en "El Gran Gatsby" de 1974 y se hartó a gritarle como una loca a Simon McCorkindale en "Muerte en el Nilo".


Llegó Woody Allen. La recicló con sabiduría, la devolvió a la serenidad y la Farrow ya era una actriz madura a ojos de todos.


Woody y Mia cruzaron los ochenta sin separarse un segundo. Ella lo dio todo en sus películas, con una asombrosa versatilidad.
El genio absoluto y la actriz dorada, una aleación perfecta con residencia en Manhattan.


"Maridos y Mujeres" se estrenó en medio el escándalo de su separación. Allen la llamaba pasiva- agresiva en la película.
Y en la vida real, se escapaba con Soon-Yi, una de sus hijas adoptivas.


La Farrow quedó destrozada y escribió su autobiografía con la destreza de una venganza absoluta, describiendo al señor Allen como lo más parecido al padre del bebé de Rosemary.
La fuga de Soon-Yi no hizo que Mia se arredrase en la cuestión adoptiva, sino que la llevó a la obsesión. Entre biológicos y acogidos, su estirpe se compone de catorce niños Farrow.


Mia vuelve en contadas ocasiones y no resulta tan brillante como en sus grandes épocas.
Sigue ofreciendo fragilidad, pero se mueve con la desorientación de una actriz que ha perdido por el camino a demasiados escultores de su imagen y su mito.

1 comentario:

Groupiedej dijo...

Para mi siempre será La otra. La asocio irremediablemente a Allen, como contrapunto a Diane Keaton, que me cae muchísimo mejor, y eso a pesar de La semilla del diablo.