lunes, 10 de octubre de 2011

'Toyetic'


La experiencia cinematográfica va más allá del simple visionado de una película.
Tras finalizarla, hablamos de ella, la discutimos, decidimos si la querremos olvidar o recordar. Quizá, hasta soñemos con ella.
En otras edades, las películas además se juegan y visten.


El merchandising de los grandes títulos está diseñado para ese después del cine. Pósters, memorabilia, bandas sonoras y, para los niños, juguetes.
Normalmente, son figuras que recogen el físico de los personajes y sus accesorios característicos.


El cine imita a la realidad, y la realidad imita al cine.
En los patios de recreo, siempre se ha jugado a las películas, emulando súperpoderes, recreando situaciones e imaginando escenarios.
El juguete pretende ser la pieza estrella de ese juego inevitable.


Desde mediados de los setenta, el cine de Hollywood empezó a ser cosa de capitales ajenos al mundo artístico.
En cuestión de una década, su visionado ya se hacía parte integrante de los centros comerciales.


¡Adjudicado! Qué encantador fin de semana. El cine se veía en multisalas y sus objetos se regalaban con el Happy Meal.
Una película potencialmente explotable en el fast-food, la juguetería y otras tiendas de cachivaches es lo que se llama cine 'toyetic'.


El término lo acuñó Bernard Loomis, empresario de una línea de juguetes.
En 1977, Steven Spielberg le contaba "Encuentros en la Tercera Fase", su inminente estreno.
Loomis aseguró que le encantaba la idea, pero la encontraba poco 'toyetic'. Con esa película, no se podrían hacer juguetes para venderlos.


Ese mismo año, Loomis se haría con el monopolio de los muñecos de "Star Wars", que representaría su mayor éxito.


Gran parte del desarrollo del cine comercial desde hace treinta años está íntimamente ligado al triunfo del juguete de plástico y sus imperiales ventas en épocas vacacionales.
¿Dónde gobiernan las películas 'toyetic'? En Navidades y verano.

Lo 'toyetic' es una característica que hace la boca agua a cualquier major de Hollywood. Por eso, su adicción a las películas de superhéroes.
Aún así, la operación debe seguir protocolos para ser exitosa.


"Batman Vuelve", segunda entrega burtoniana del oscuro caballero, resultó demasiado oscura.
Aun siendo un taquillazo, fue problemática por su acentuada tenebrosidad.
El McDonald's retiró a los muñecos de sus menús, en cuestión de dos fines de semana. Nadie quería jugar con el maldito Pingüino, en definitiva.


"Batman Forever" venía a corregir el error comercial.
Se revelaba como una película ultra-'toyetic', donde todo es colorín, acción, disfraz y personajes que se mueven con automatismo muñequil.


"Batman & Robin", igual de caradura, no repetía el logro.
La acción se antojaba demasiado confusa y paródica, incapaz de ser emulada por los niños. Y, lo más importante, el atuendo de los caballeros era el exceso magno.


A los superhéroes de Hollywood se les viste bajo un condicionante básico: que no parezcan salidos de un club leather. Por ello, el traje no debe ser demasiado extravagante.
Es la regla que inclumpió "Batman & Robin", una película tan hipotecada a lo 'toyetic' que nadie quiso jugar a ella.


"Toy Story" es la obra definitiva de lo 'toyetic'. Quizá, su mejor chiste privado, y una de las pocas que, además, es buena.


Es una película sobre la vida secreta de los juguetes, que juegan con ellos mismos cuando sus dueños no están, y sufren cuando ya no son necesarios.
"Toy Story" ofrece sus juguetes a la industria, directamente, sin necesidad de hacerlos a escala. Y además, los llena de vida y poesía en la imaginación de su público infantil.


Puede darse la operación contraria. Los muñecos se hacen carne en la pantalla, sean Masters del Universo o Barbie, por ejemplo.


Dentro de ese grupo, también está el mundo de los vídeojuegos o los parques de atracciones como punto de partida de aventuras atronadoras para todos los públicos.


¿Para todos los públicos?
Que el cine sea 'toyetic' es el triunfo de lo elemental.


Como apuntamos antes, todo debe ser extraordinariamente básico: los movimientos de los personajes, su psicología, el desarrollo de la historia narrada.


En realidad, no se está contando nada. Sólo se propicia un juego de acción, servido con efectos especiales y céntuplos saltos mortales.


Muchas veces nos enfadamos con el acabado de la mayoría de las súperproducciones. No habría ni que molestarse, porque las intenciones jamás fueron seducir a los cinéfilos.
No son más que películas hechas exclusivamente para chavales poco exigentes.


En definitiva, el cine 'toyetic' es el kiss kiss, bang bang de toda la vida, ahora con serio regusto a plástico y recalentada hamburguesa.


¿La nada? Quizá, pero hay peores maneras de pasar el rato.

1 comentario:

Alejandro Lagarda dijo...

Una vez más me abres los ojos. Nunca me había parado a pensar en cosas tan básicas pero tan interesantes. Yo he sido niño Happy Meal. Con tu entrada de hoy dejo atrás la infancia definitivamente :p