viernes, 14 de enero de 2011

Niños de Dios


Son aquellos que llevan la rareza en sus caras y la lentitud en sus respuestas.
Se los reconoce como los desheredados de la Tierra, señalados como inservibles, estigmatizados como un problema.
Las civilizaciones humanas han sido diferentes entre sí, pero siempre se han cimentado en la vanidad de los mejores.
Belleza, eficiencia y fuerza; todas han edificado su sociología del éxito sobre esos tres pilares.


Así, la sociedad se desespera con la discapacidad mental y el síndrome de Down. Se lleva las manos a la cabeza cuando irrumpe la parálisis cerebral. Y se mea encima cuando aparece el insondable misterio del autismo.
Se consideran circunstancias especiales, deberes de caridad, errores a corregir.


Que un niño nazca con menguadas capacidades cerebrales se ha vivido siempre como una tragedia.
Muchos padres se mostraban incapaces de asumirlo.
Unos, no aceptaban el hecho del retraso mental de su hijo y hacían lo posible por esconderlo. Cuando era más notorio, simplemente lo abandonaban como un juguete defectuoso.
Víctimas de embarazos complicados, de genes en fatal combinación o de accidentes sistémicos inesperados, ¿qué hacer con ellos?
Se les llamaba retrasados, tarados, mongólicos, sunormales.


Anclados en instituciones benéficas o en hospitales de olvido, allí vivían, babeaban y morían.
Problema resuelto para la sociedad de la perfección. Aquellos niños eran duras pruebas de Dios, una muestra del ocasional mal gusto de la vida.
No funcionan, quítalos de en medio, para lo que van a durar.


No se sabe tratar a los ancianos, ni qué hacer con los locos. Y con los minusválidos mentales, aún menos.
Se ha optado por evitarlos y buscar la manera científica de que ni siquiera nazcan.
Porque este mundo no quiere ser extraño y no desea caras irregulares, ni voces desafinadas.


Quien sabe cuidarlos y los acepta, se confiesa enamorado de ellos.
Porque su bondad los ha hecho inmortales.
Y ya lo contaba "Forrest Gump": hay veces que conviene ser un poco bobo para que el alma sobreviva a los más duros acontecimientos.


Por contra, esa bonhomía de los niños de Dios ha pagado el peor de los peajes.
Se sabe que no tienen amigos y que, quien no los mira descaradamente, gira la cabeza cuando los ve pasar.
Y esa soledad es aprovechada por los peores, esos que los embaucan con falsa amistad y canalla compañía.
Inocencia y desinhibición suponen una aleación peligrosa, y la historia de los minusválidos mentales está llena de abusos sexuales. Una historia tan secreta y escondida como ellos.


En la ficción, los discapacitados mentales han aparecido de puntillas, trasfondo de dramas del estilo de "El Espejo Roto", basado en la historia de Gene Tierney y su hija, Daria.
También han sido socorridos elementos de lacrimogenia y buenas intenciones.


RJ Mitte, de "Breaking Bad", y Lauren Potter y Robin Trockin de "Glee", se nos hacen los más acertados ejemplos del retrato exacto y desprejuiciado que ya merecían.


En otro tiempo, se pensaba que era mejor aislarlos y ponerlos a convivir con sus parecidos.
Pero hoy deberían estar en todas las escuelas, deberían trabajar bien y, sobre todo, deberían ser respetados.


Yo los veo por las calles, caminando sin compás, agarrados de la mano de sus madres, mirando a todos lados, como si no entendiesen la vida.
Pero, ¿quién cojones la entiende?
Que no se preocupen mis niños de Dios. Son más eficientes, más útiles y más bellos que muchos.


Porque los que los explotan, los que los abandonan, los que les tienden trampas, los que se ríen de ellos y todos los que se creen mejores; esos siempre han sido los auténticos sunormales.

6 comentarios:

Valvanera dijo...

Qué hermoso post, no sé si la expresión Niños de Dios existeo es tuya pero esta vez no la voy a googlear.

Saludos.

Athena dijo...

Qué bonitas palabras, Josito. Maestro.

Ramón dijo...

Sacan como nadie los sentimientos a flor de piel. Y es curioso, porque cerca de mi casa hay muchos centros de gente con dawn y parecidos. Y esos rostros despreocupados y gentiles son los más frescos que conocí.

Aunque nada más me vi una película al respecto ("León y Olvido") y agobiaba bastante. No tienen que jugar siempre el mismo papel, pueden llegar a ser buenos actores.

Anónimo dijo...

Estoy plenamente contigo, a mi nena, que ahora tiene 27 años, cuando tenía un año, nos dijo un autonominado "paideopsiquiatra" que la dejasemos en una lado arrumbada. .....Estos niños así, dan tantas satifaciones.......
y yo me dije a mi mismo, La mia no. Voy a luchar mas allá de lo razonable para que mi hija sea autónoma, y enseñarle todo aquello que ella pueda aprender, aunque lo olvide mil veces Hoy gracias a Dios,ella es autónoma, tiene calidad de vida, y creo que lo mas importante es feliz, aunque sigue siendo una niña especial.

Joaquinitopez dijo...

Me ha llegado al alma tu entrada, o lo que es lo mismo para mí que soy ser excesivamente pensante. Primero: la expresión "niños de Dios" es preciosa pero no creo que Dios tenga nada que ver con esto. Confieso que me cuesta mucho relacionarme con las mentes que no son vulgares y corrientes y envidio profundamente a quienes tienen facilidad para hacerlo por lo que tu texto me pone en mi sitio ante esta realidad.
Hay, sin embargo, un matiz que quiero añadir y que todo el mundo parece haber olvidado. Desde el primer momento puntualizas, centrando el tema magníficamente, que hablas de discapacidades psiquicas, mentales o como queramos o podamos llamarlas y luego, pasas a hablar de como son y han sido tratados por el mundo, la vida y hasta el arte, hablas de abusos, vejaciones, desprecios. Sólo que, como a todos, se te ha pasado por alto que los discapacitados físicos sufren y han sufrido exactamente la misma exclusión social y "animica" por así decirlo. Palabra por palabra cualquier discapacitado que sea sincero firmaría lo que has escrito, con valor pues son temas que a la gente le cuesta afrontar, sobre el trato a los discacitados psíquicos. Sé que por que se han hecho cuatro rebajes y colocado cuatro rampas parece que está todo hecho pero no es así.
Enhorabuena por un texto tan hermoso y un abrazo.

Josito Montez dijo...

Me han encantado vuestros comentarios y me alegro de que os emocione el tema tanto como a mí.
Un abrazo especialmente fuerte para ese anónimo; tanto a él como a su hija les deseo todo lo mejor, de corazón.