viernes, 6 de febrero de 2009

Juego


Como le cantaba Elvis Presley a Ann-Margret: Viva Las Vegas!
El recreo no sólo es cosa de niños, y ahí están los templos del juego para atestiguarlo. Pero cambian las reglas.
Ahora apostar es el precio.


Las fichas vuelan sobre el tapete, lanzadas por la bellísima Sharon Stone. El casino chilla en colores y el girar de la ruleta se confunde con el ruido de las tragaperras.
Sopla los dados y tíralos, como Johnny Farrell. Puede ser tu día de suerte y los ojos de serpiente serán testigos de tu sonrisa de triunfo.
¿Qué número elegir? Quizá el día en que Meadow Soprano cumple años.


La incertidumbre es la clave del atractivo y también el primer paso a la obsesión. No te retires, sigue jugando por Meadow y para Meadow.
Predice el caballo ganador y el resultado de la Superbowl.
Apuesta por Mike Tyson, compra la lotería y rellena la quiniela de los Oscars, poniéndole una "X" a Kate Winslet.


Con James Bond a la mesa y una caterva de mujeres exuberantes, los casinos son el edificio prominente en los paraísos fiscales del mundo.
Puro y simple negocio de especulación, donde sólo los Ocean's Eleven osan aventurarse.


En el pasado, la baraja de naipes hipotecaba las vidas de los jugadores e incluso podía ser un preludio de la muerte si el juego acababa en trifulca y duelo.


Hoy, los ludópatas, que desarrollan un comportamiento asocial y viven ahogados por la compulsión, son tratados como adictos.
La vida se convierte en un juego total, una ruleta rusa, donde cualquier cosa puede ser objeto de apuesta.

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