viernes, 13 de marzo de 2009

Soledad


Aparece en el umbral, se acerca lentamente y se sienta a tu lado. Pronto, la empiezas a respirar. Enseguida, estás contagiado.
La soledad es esa enfermedad crónica, esa epidemia de tristeza; más un estado de ánimo que la situación física que le da nombre.


Vive en Macondo, arrasó Comala, se siente a sus anchas en Santa Teresa y su placer definitivo son las grandes ciudades. Devora a los desesperados y mastica a los infelices.
Las mujeres ancianas le han visto la cara, los adolescentes la sienten en sus huesos y en sus tripas. Nadie se libra de esa gran villana.


Todos están solos. Pedro Páramo pena por Susana San Juan. La familia Buendía se reconcome en la decepción, el aislamiento y la decrepitud de los cien años de su estirpe. Las chicas de Nueva York no quieren morirse atragantadas en casa.


Sola se quedó Ingrid Bergman en "Europa '51", solos caminan los seres de Antonioni y solo vivió Ennis del Mar. Solos están los asesinos y solas murieron sus víctimas.


Andar desamparado e incomprendido nace de la tendencia de los humanos a individualizarse, a anteponer el orgullo, a apartarse de la censura de los demás y de los efectos contaminantes de las relaciones sociales.


Por tanto, la soledad es, a veces, buscada. Y siempre inevitable. Porque solitario es el orgasmo y solitaria también es la muerte.
Las canciones dicen que el amor es la solución. Pero, ¿a dónde se ha ido?

4 comentarios:

Groupiedej dijo...

Tampoco es tan mala.
Si no tuviera mis muchos momentos solo, la humanidad me tendría que sufrir mucho más de lo que me sufre ahora. Y eso sería terrible.

Josito Montez dijo...

Me refería más al "sentirse solo" que al "estar solo". Esto último, como tú bien dices, es de lo más recomendable.

Eduardo Fuembuena dijo...

Un amigo mío se preguntaba si la soledad no buscada era peor que la mala compañia, aunque al final nunca se contentaba con medianías. Desde que lo escuché no deje de preguntarmelo yo también. Tal vez de allá venga el virus contagioso del que escribes...

Saludos.

Zinquirilla dijo...

Percibo la misma sensación. En el blog hablas más del desamparo, abandono y del efecto de que te dejen solo que de la soledad en sí.