lunes, 2 de enero de 2012

Palabras y Sonidos de "The Artist"


La cinefilia sirve de motivación a "The Artist", título encanto de la temporada, de procedencia francesa pero devoción hollywoodiense.
Está diseñada tanto para satisfacer al público como para seducir a los amantes del cine.


"The Artist" se vive como un cóctel de sonrisas, art-decó y retrofilia, que homenajea sin pudor a multitud de títulos bien conocidos por los más cinéfilos.


Su mayor osadía es construirse como una película de la era muda.
Ambientada en los últimos años veinte, "The Artist" se queda sin mayor sonido que su música, en una mezcla de truco metalingüístico y collage audiovisual.
Es una película de 2011 vestida de 1929. Ahí está su distinción, y también se encuentra su limitación.


"The Artist" no sólo viaja al pasado, sino que repite el estilo y contenido de sus productos, entusiasmado por su candor, su optimismo y aquel milagroso ahorro formal.
Tanto la ausencia de sonidos como el blanco y negro potenciaron la imaginación de los creadores de los primeros tiempos del cine, que casi lo inventaron todo a nivel expresivo.


En "The Artist", se encuentran licencias de una docena de obras maestras.
Sin ir más lejos, el argumento es una mezcla de "Ha Nacido Una Estrella" y "Cantando Bajo La Lluvia".


En realidad, parece el resultado del apareamiento entre las dos.


Una estrella del cine mudo cae en la ruina ante la llegada del sonoro, mientras aparece en escena su recambio: una flapper en ciernes.
El éxito y el fracaso son los detonantes del drama, mientras se cuece la historia de amor entre los protagonistas.


Formalmente, es una imitación del cine silente al pie de la letra; una réplica de sus modos de seducción y sus estrategias ante la ausencia de diálogos.
"The Artist" funciona como película muda. Nos recuerda que la imagen y las acciones son la base del cine, sea hablado o silente, y el blablablá debería ser accesorio.


No sé si la pretensión de Michel Hazanavicius es desnudar la escena cinematográfica, volverla a sus orígenes, involucionarla, para reconstruirla en posteriores películas.
Quizá, como Mel Brooks en "Silent Movie" o Almodóvar en su sketch "El Amante Menguante", esto se trate sólo de una bonita boutade de cinéfilo de pro.


En cualquier caso, esta "The Artist" no demuestra gran voltaje dramático.
Su reflexión sobre tiempos críticos acaba sabiendo a poco, mientras ella misma corre el riesgo de compararse con las películas que imita.


La diferencia es abismal.
"The Artist" no es un espectáculo total como "Cantando Bajo la Lluvia", ni tiene el desgarro larger-than-life de "Ha Nacido una Estrella".


No es una película de Welles, ni de Chaplin, ni de Buster Keaton, ni está a la altura de la orfeística banda sonora de "Vértigo" que se place en reutilizar.
Ni siquiera posee el misterio mitómano de la más insignificante película muda. Porque ésta ya se hizo, y "The Artist" es simplemente cine museo.


Es ideal para quien no recuerde todas las películas infinitamente mejores a las que homenajea y/o plagia.


Las intenciones de su director se me escapan, insisto.
Quizá debiera haber sido menos complaciente y ofrecer algo más ambicioso, menos armónico, más barroco.
Se me viene a la cabeza "Pennies From Heaven", dirigida por Herbert Ross en 1981, que usaba las pinturas de Edward Hopper y la imaginería del musical hollywoodiense para contrapuntear un brutal cuento de desesperación.


"Pennies From Heaven" también era retro, pero daba un paso adelante. Se revelaba muy arriesgada, fue un fracaso comercial y hoy merece todos los cultos.
Por el contrario, "The Artist" tendrá muchas posibilidades de ganar en los próximos Oscars, pero la olvidaremos al día siguiente.


Aún así, "The Artist" es imposible de odiar. Incluso recomendaría su visionado, muy por encima de otros títulos de la cartelera.


Es una película hábilmente dirigida, con unas interpretaciones notables, entretenida, aunque con un ritmo bastante irregular.
Hay quien la considera emotiva. Sin duda, lo es más por sus linduras prestadas que por su fuerza como película original.


Porque "The Artist" nace de la imposibilidad de ser original. Una declaración sincera, pero no deja de resultar un tanto deprimente.

2 comentarios:

Carmen Sereno dijo...

No estoy de acuerdo. Comparar a 'The Artist' con películas como 'Cantando bajo la lluvia' me parece un desacierto, teniendo en cuenta que esta cinta no es una imitación, sino un homenaje al cine de los años 20. Además, el milagro de esta película no es la historia que cuenta en sí misma, sino que sea capaz de contarla en 2011 y que te mantenga atrapado en la butaca durante la hora y media que dura. En realidad, significa que como individuos necesitamos volver a los básicos, a lo sencillo, aunque como sociedad vayamos por otro camino. Yo pienso que 'The Artist' es una declaración de intenciones, una liturgia y una oda al pasado, que va mucho más allá del cine.

Josito Montez dijo...

Claro que se puede comparar con todas las películas que copia. Porque, de hecho, se compara ella solita.
Es esa la gran trampa de la posmodernidad.