miércoles, 7 de octubre de 2009

1981


Indiana Jones reventaba las taquillas en su búsqueda del Arca Perdida, la misma que podía cegar de poder. ¿Estaba el mundo necesitado de un nuevo héroe en 1981?
Lo que Estados Unidos tenía claro es que su presidente podía ser perfectamente un actor de segunda clase.
Es decir, Ronald Reagan, que iniciaba su mandato, con las energías puestas en calentar la Guerra Fría.


Poco después de las elecciones, un señor muy loco, obsesionado con "Taxi Driver" y Jodie Foster, disparaba al nuevo presidente a la salida de un hotel de Washington.
A Jodie le dio un ataque de nervios al enterarse del suceso, y la gala de los Oscars se retrasó.
Reagan sobrevivió, sí, y la decáda le sobrevivió a él.


El mismo señor Reagan había coincidido en un par de películas con Bette Davis, a la que se le dedicaba una canción. "Bette Davis' Eyes", cantada por la rubia Kim Carnes, fue el single número uno.


El luto por John Lennon, asesinado el año anterior, se reflejaba en la lista de éxitos, mientras el dúo Hall & Oates cantaba que sus "Private Eyes" te estaban vigilando.


En España, los calcinados chicos del Caso Almería, envueltos en extrañas circunstancias y explicaciones aplazadas, no llegaron a conocer el 23 de Febrero.
Ese día, Tejero, tricornio y escopetón, pretendía una vuelta a la oscuridad al grito de "Todos al suelo, coño", ocupando el Congreso de los Diputados.


Pero la televisión lo veía, lo vigilaba, como los "Private Eyes" de Hall & Oates.
Fue por eso que el golpe de Estado se quedó en intento, y todos los españoles respiraron aliviados.


¿Y qué decir de la "Queridísima Mamá"? No wire hangers ever!!!, parecía lo apropiado.
Sus gritos eran propios de un golpe de Estado; la película, favorita de los Razzie y afecta al estatus de culto.
Si ver a Faye Dunaway poseída por Joan Crawford no parecía suficientemente heavy, Metallica se formó ese año.


Inglaterra mostraba pompa y circunstancia: el príncipe heredero había encontrado a una muchacha casadera y la llevaba al altar, con derroche y poderío Windsor.
Así, Charles presentó al mundo a Lady Diana Spencer, en una boda televisada, carne de revista de peluquería y de comentario maledicente. Diana fue ella misma desde el principio, en definitiva.


La audiencia norteamericana se volvía loca por "General Hospital", donde también había bodorrio. Laura y Luke se casaban y se asistía a un momento récord de audiencia en la ficción diaria.


El quid de la cuestión era que, previamente, Luke había violado a Laura y, posteriormente, ella se había enamorado de él. Sencillamente delicioso.
La locura por el exceso culebronesco quería ser saciada, porque 1981 pensaba a lo grande.
Así, se estrenaron "Dinastía" y también "Falcon Crest", o la religión de la hombrera, el cliffhanger y la mujer de mirada aviesa.


El asunto "Falcon Crest" era significativo: el mismo año del debut de Reagan aparecía una serie protagonizada por su primera esposa, la actriz Jane Wyman. ¿Casualidad? En sus reinados, político y catódico respectivamente, jamás quisieron hablar el uno del otro.
Para los que preferían algo más honesto que los Carrington y los Channing, sonaron los primeros acordes de "Canción Triste de Hill Street".


Candice Bergen y Jacqueline Bissett eran "Ricas y Famosas" y así se despedía George Cukor, el viejo director de las mujeres.


Quizá era el final definitivo del cine clásico; adiós a Cukor, Joan Crawford parodiada y aquellas carreras de atletismo musicadas por Vangelis.


No hay que ir muy lejos para saber que todo iba a cambiar: en 1981, comenzaban las emisiones de la MTV.


Oh, la televisión. Ya estaba en todo. Se colaba en golpes de Estado, se vestía de novia y se dejaba seducir por el videoclip. ¿Quién podía resistirse a ella a estas alturas?


En 1981, hubo fuego en Las Vegas, terremoto en Atenas y los integristas mataron a Sadat, presidente de Egipto. Se murió Bob Marley y a Olivia Newton-John todo le parecía de lo más "Physical".
David Bowie unía fuerzas y mirada eléctrica con los Queen, porque se sentían "Under Pressure".


Mientras, el Centro de Control de Epidemias informaba que, en Los Ángeles, existían cinco hombres homosexuales que sufrían una neumonía muy extraña y cuyas defensas eran extraordinariamente bajas.


Blondie decía The tide is high, but I'm movin' on y el amor era infinito para Brooke Shields.
Y nací yo, claro.

6 comentarios:

Unknown dijo...

No sé cuál es tu motivación principal. Como siempre tu recuento y el cuidado para hacerlo es impecable. Aunque no es un año particularmente memorable en materia personal, veo y recreo, que hubo cosas y recuerdos, visuales, viscerales, emocionales, cinematográficos, que siguen alimentando mi devenir, o debo decir el nuestro, por lo que toca a los contemporáneos que compartimos contigo lo que nos regalas.

Adriana Menendez dijo...

impecable

Josito Montez dijo...

Mil gracias y mucho sonrojo.

Anónimo dijo...

Yo también creo que tu trabajo puede ser impecable, perfecto, pero como al mejor cazador se le va la liebre, me atrevo a hacerte un par de correcciones: 1981 no fue "la primera y única vez" en que se retrasó la gala del Oscar. De hecho fue la tercera y hasta el momento última ocasión.
La segunda acotación que te hago, es que en el artículo del año "1929" mencionas que ocurrió la primera ceremonia del Oscar, y por supuesto así fue, pero te equivocaste al ilustrar la nota con la fotografía de Mary Pickford ganando su estatuilla ¡en 1930!, un año después.
Sirvan estas observaciones como un empujoncito a la perfección. Saludos!

Atticus Grey dijo...

Yo hice el comentario de la fe de erratas que salió como Anónimo, para que veas, hasta uno también las comete.

Josito Montez dijo...

Muchas gracias, Atticus, ya he corregido los errores.
Es ésta una sección especialmente compleja, donde se manejan muchos datos, y se agradece que se informe de los inevitables patinazos.
Un saludo.