domingo, 24 de enero de 2010

Jean


Combinación de belleza sobrecogedora e indiscutible valía artística, Jean Simmons fue un exquisito objeto de deseo que irrumpió en el cine inglés a mediados de los años cuarenta.


La devoción por Jean comenzó a raíz de tres reputadas adaptaciones literarias.
Para el "Great Expectations" de David Lean, fue Estella, la niña perdida en la espectral mansión de la Señorita Havisham.


Como nepalí de arete en la nariz, la joven Simmons componía parte del deslumbrante escenario de "Narciso Negro".


Y, finalmente, Jean aparecía rubia y desdichada en el "Hamlet" de Laurence Olivier, interpretando a la asediada Ofelia.


"Hamlet" supuso su primera nominación al Oscar y, por tanto, toda una declaración de intenciones por parte de Hollywood.
Había que adquirir a esa estrella potencial.


Howard Hughes fue quien compró su contrato y la trajo a la Meca del Cine.
La Simmons ofrecía entonces una femme-fatale emblemática en "Cara de Ángel", donde sus delicadas facciones eran servidas en perfecto contraste con la turbiedad noir.


Jean se acomodó tan bien en suelo norteamericano, que nunca quiso regresar a Gran Bretaña.
Se casó con Stewart Granger, un actor mucho mayor que ella, y se naturalizó pronto ciudadana estadounidense.


En los cincuenta, ofrecía sus papeles enseñas.
Filtreó con el musical gracias a "Guys And Dolls", donde cantaba, bailaba y se enamoraba de Marlon Brando.


Y era requerida especialmente para toda clase de empeños histórico-religiosos, del estilo de "La Túnica Sagrada" o "Young Bess".
En esas coordenadas, estuvo especialmente luminosa como la Varinia de "Espartaco", quizá su interpretación más popular.


En 1960, se divorciaba de Stewart Granger y transitaba velozmente al director Richard Brooks.
Jean siempre quiso defender su preferencia por los hombres mayores ante los que la acusaban de agudizada Electra.


El gran Brooks la dirigió en "Elmer Gantry" y en "The Happy Ending", por la que recibió su segunda opción al Oscar.


Con el tiempo, Jean Simmons miró a la televisión con curiosidad y renovado interés.
Su porte matriarcal la hizo ideal para los universos de la miniserie de lujo.


Fue aplaudida por todos cuando apareció en "Norte y Sur" y, especialmente, en "El Pájaro Espino".


Durante el otoño de su vida, la Simmons batalló ferozmente contra su alcoholismo y venció al cáncer en una ocasión.


Pero, este fin de semana, la artera enfermedad terminaba por llevársela.
Jean se ha despedido de la vida con ochenta años y, sin duda, con el mismo buen sabor de boca que siempre sentimos sus admiradores.

1 comentario:

sergio dijo...

Yo la descubrí muy muy tarde. O sea, cuando vi el Pájaro espino (en argentina: El pájaro canta hasta morir , sic) me perdí en la perversión, el tormento de Barbara Stanwyck y Jean se me pasó. Sólo muchos años más tarde vi a esa madre abnegada.