sábado, 17 de enero de 2009

Pastillas


Para dormir. Para despertarte. Para los dolores del cuerpo y del espíritu. Para el sexo. Para el día siguiente. Para adelgazar. Para bailar toda la noche. Y para suicidarte.
El damero maldito de la farmacia se esconde en tu botiquín. Son las pastillas y las píldoras, esos concentrados de poderosas sustancias químicas, tan curativos como adictivos.


Desde la simple aspirina hasta el más potente hipnótico, es la droga doméstica, sin adulterar, la que recomienda el médico, la que deben tomar los locos y a la que se aficionan los más inadvertidos.


Sin la prescripción médica, no eres nadie en el mundo de la droga legal.
Recordemos aquella Julianne Moore de "Magnolia", cuestionada en su farmacia, pese a la receta, por abastecerse de la suficiente morfina para parar un tren y dejarla cadáver en el coche.
El Doctor Carter lo tenía fácil en "ER", cuando se aficionó a los tranquilizantes en vena y en pastilla.
El Doctor Romano lo llamó drugstore cowboy, mientras Carter superaba su enganche en el proverbial sanatorio de rehabilitación.


Las astucias para conseguir pastillas de manera fraudulenta van desde el oscuro doctor que firma la receta sin preguntar hasta el simple camello que vende éxtasis y derivados.
Hay un trecho grande desde "El Valle de las Muñecas" hasta la cultura discotequera.


En la época de Jacqueline Susann, el peligro de las píldoras era casi desconocido por sus usuarios y era una perversa degeneración de la automedicación.
Ahora, entre las luces y los latidos incombustibles de la música house, las pirulas componen una suculenta pistola cargada.
Son más baratas que la coca, más efectivas y, definitivamente, más peligrosas.
La descompensación física y mental es inevitable en esa montaña rusa del éxtasis y del MDMA, donde el sudor se convierte en aceite y los sentidos se disparan, huyendo del control, el sueño y la inhibición.


Como todo parque de atracciones, la caída será más dura; la depresión y las psicopatologías te esperan ansiosas a la vuelta de la esquina.

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