viernes, 30 de enero de 2009

Alcohol


No importa la graduación. Siempre está preparado para curar heridas.
El alcohol es la droga poderosa, la legítima y la más duradera.
Por su universalidad, podría decirse que la borrachera es casi antropológica. Todos quieren agarrarse el pedo, ese estado feliz, semi inconsciente y fiestero que proporcionan las copas.


Pero también el alcohol sirve para sellar pactos y animar las celebraciones, los rituales y los homenajes, a golpe de brindis.
El vino, las cervezas, los licores y todas las bebidas espiritosas componen una industria consolidada desde el principio de los tiempos, donde la botella ha llegado a alcanzar el estatus de objeto suntuario.


La borrachera, motivo de sinceridad y estrechadora de amistades, es una de las cumbres de la ridiculez humana; uno necesita hacer el payaso una noche, para seguir guardando la compostura el resto de la vida.
El día siguiente, con la resaca como la villana enviada por Dios, es el reverso de la moneda. Anoche, risas y bailes. Hoy, desolación y malestar.


El alcoholismo y la dipsomanía auguran una tragedia segura, con la destrucción física y la actitud asocial como principales ingredientes.
El vasito deja de ser motivo de fiesta y se convierte en el refugio de la desesperación.
Peligros al volante, maltratadores exacerbados, objeto de burlas; los borrachos se quedan solos en su sordidez, mientras transmigran del bar de la esquina a sus apartamentos vistos a oscuras y teñidos de amarguras.


La ficción gusta de retratar el alcohol y sus niveles de adicción como indispensable resorte del gran drama, desde los ciegos de Bukowski a las copas de aflicción de los personajes predilectos de Susan Hayward.
Que las copas de champán se agotaran era motivo de suspense para el Hitchcock de "Notorious". Y que no quedara una gota de alcohol en toda la casa era el problema principal del matrimonio borrachito de "Días de Vino y Rosas".


Es motivo de grandguignol televisivo desde la aparición de la Sue Ellen de "Dallas", que dio paso a otras tantas borrachuzas catódicas.
Bree van de Kamp, Abby Lockhart, Maggie Channing y Alison Parker necesitaron de la rehabilitación y de las reuniones de Alcohólicos Anónimos para superar una adicción, si cabe, más horrible en la mujer.
La última entrega ha sido la escalofriante madre de Tara en "True Blood", que, según ella, bebe para aplacar el demonio que se alimenta de su alma.


Hay un largo recorrido desde el vino de la comida hasta el más desatado delirium tremens. Dicho recorrido, como sucede con todas las drogas, es más fácil de cruzar de lo que parece.

5 comentarios:

Zinquirilla dijo...

dios bendiga la bebida xD

Ernesto dijo...

True Blood_ me han hablado muy bien de esta serie.

Adriana Menendez dijo...

el alcohol difnifica al hombre

Zinquirilla dijo...

uhmm,salvo el pobre Jack emmon solo presentas a borrachinas en las fotos.

hoy el post se hace esperar again, ¿estará dedicado a Burton o a O'Toole, que confraternizaron en la borrachera de Becket?

bueno salgo ya al saturady night, a la vuelta si yo misma no estoy como alguna de las fotos, leeré al César.

chao!

Zinquirilla dijo...

joder! ni frotando la lámpara de ladino, sale antes el post :D

lo leo mientras me perfumo

au revoir!