sábado, 6 de febrero de 2010

"Weeds"


"Weeds" podría ser una perfecta definición del mood de nuestra época.
Ese mood que se mueve entre la revalorización del antihéroe como interlocutor válido y la fascinación por el "todo vale" y el "nada es verdad".


Pero, ante todo, "Weeds" es una divertidísima comedia negra, que ilustra sardónicamente las mentiras del bienestar y diagnostica con precisión modos de vida y maneras sociales.


Y, como hemos insistido en muchas ocasiones, gran parte de su encanto reside en la luminosa presencia de una Mary-Louise Parker en estado de gracia.


"Weeds" sigue las andanzas de Nancy Botwin, viuda y con dos hijos, atrapada en su papel de perfect housewife, pero presta a dinamitarlo pronto.


Nancy comienza a vender marihuana para sostener a su familia tras la muerte de su marido.
Esa manera de subsistencia se convierte inesperadamente en el negocio familiar.


Muy pronto, Nancy se da cuenta de que adora ser camella, y transita de ser una vendedora de poca monta a involucrarse con los mayores narcotraficantes de la zona.


La atracción de esta mujer por el peligro, su necesidad de los desafíos y su visceral terror a la mediocridad la llevan a lugares insólitos, a comprometer la seguridad de sus hijos y a vivir en las coordenadas del desastre total.


En esa anulación de los valores, en ese vitalismo de Nancy Botwin, es donde reside el atractivo de "Weeds".
Es una mujer que dice la verdad a costa de sonrojo, que ni es ejemplar ni lo será nunca.
La serie no la juzga, sólo se ríe de ella y con ella.


"Weeds" habla de una pérdida de papeles. Tanto Nancy como su tácita némesis, la odiosa Celia Hodes, jamás esperaron acabar en esos lugares y en esos estados de ánimo.


Porque todos los personajes de "Weeds" vienen dados de vueltas. El cinismo y un porro son sus mejores armas para combatir el hastío.


Durante las primeras temporadas, la acción transcurre en Agrestic, barrio residencial arracimado en una montaña de California, que podría verse como una versión hardcore de Wisteria Lane.


A partir de la cuarta temporada, Nancy y compañía acaban asentados en el pueblo costero de Ren Mar.
Pero la acción ya no queda circunscrita, sino que se expande y diversifica, como buena estrategia de sus creadores para evitar la repetición.


Creada por Jenji Kohan, esta fugaz tragicomedia cumplió su sexto año el pasado verano, culminado con un cliffhanger de lo más explosivo, y tiene asegurado su retorno.


El reparto ha estado siempre a la altura de las circunstancias.
Justin Kirk está genial como Andy, cuñado de Nancy, alternativa haragana e incorregible de su idealizado y heroico hermano muerto.


Y los duelos entre la Parker y Elizabeth Perkins suponen un placer para los adoradores de las buenas interpretaciones femeninas.


"Weeds" sabe muy bien lo que supone ser una serie de culto. Y, de hecho, le encanta potenciarlo.

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