1983

Carrie Fisher aparecía más sugerente que nunca en "El Retorno del Jedi".
El bikini y las cadenas, cortesía de Jabba El Hutt, dispararon la líbido de los teenagers de 1983.
Mientras, la política exterior de Reagan recibía el oportuno título de Star Wars.
"La Unión Soviética es el Mal", llegó a decir.

Quizá Ronald suspiraba por recibir el apoyo de Matthew Broderick y de su chulísimo ordenador.
Puro juego era aquella Guerra Fría.

Una niña de Maine, de nombre Samantha Smith, escribió una carta a Andropov expresando sus temores en torno a una inminente contienda nuclear.
Andropov, enternecido, le contestó. Le prometió paz y la invitó a Moscú.
Así, la nena embajadora fue a visitar la Unión Soviética, con la determinación que caracteriza a los inocentes.

1983 estuvo lleno de nieblas.
En el aeropuerto madrileño de Barajas, dos aviones se desorientaron y colisionaron. En uno de ellos, viajaba y moría el escritor mexicano Ibargüengoitia.

En tierra firme, el camino estaba despejado para el recién estrenado socialismo, que hacía su primera demostración de fuerza: echar flis a la abeja de Rumasa.

La niebla también se cernía sobre Londres. Un día, hasta cayó lluvia roja, causada por aires saharianos.
El país entero estaba en paro e Irlanda del Norte era una olla exprés, pero Margaret no pensaba abandonar Downing Street.
La terrorífica Thatcher volvía a ganar las elecciones.

El exhausto corazón de Karen Carpenter dejó de latir, mientras Bonnie Tyler afirmaba que, en el suyo, había un eclipse total.
"Una vez, caí enamorada; ahora, sólo me derrumbo", decía "Total Eclipse of the Heart", grandísima canción de la época.

125 millones de personas vieron el capítulo final de "MASH", un récord todavía imbatible.
En Australia, los cocodrilos atacaban a la incauta heredera de "Retorno a Edén", miniserie de postín.
El televisor se mostraba muy reptil en 1983, porque también nos presentaba a unos extraterrestres con apariencia humana y alma muy lagarta.

Empezaba el furor por "V", Diana y los aperitivos de roedor.
Pero, si usted tiene algún problema y se encuentra a estos cuatro mercenarios del ejército norteamericano, quizá pueda contratarlos.

"El Equipo A" llegaba a las pantallas, como también lo hacían los marchosos "Fraggel Rock" y el "Hotel" de James Brolin y Connie Selleca.

Los afroamericanos conquistaban dos lugares hasta entonces vetados: el espacio y el concurso de Miss América.

En éste, Vanessa Williams recibía una corona de belleza que acabó resultando muy amarga.
Pero el negro del año se llamaba Michael Jackson, que asaltaba la MTV con chándal y moonwalk.

Fue el momento de "Billie Jean" y "Thriller" y nada iba a ser igual.

En 1983, C. Thomas Howell era un guapísimo Ponyboy para Coppola, y Jennifer Beals bailaba "Flashdance", hecha de acero y calentador.

Pero nosotros éramos oro. Así nos lo prometió Stevie Wonder y también los Spandau Ballet.
En el caso de que los visitantes de "V" no dejaran claro el asunto estético, los Spandau lo confirmaban: la pinta de torero era lo más elegante del mundo.

Anne Murray cantaba "A little good news", donde expresaba el estrés social derivado de la abundancia de malas noticias por televisión.
El Líbano, incendios, accidentes, descalabros y las consecuencias del mal tiempo. ¿La comunicación global era aval de información o garantía de infarto?

Las devastadoras explosiones suicidas de Beirut en octubre parecían indicar lo segundo.
Pero lo mejor era tener paciencia y seguir esperando a Luke. Con el bikini y las cadenas, claro.