La irrupción de Glenda Jackson en el cine británico supuso un terremoto de potencia inusitada.
El movimiento sísmico se sintió también en Hollywood y la respuesta fue darle dos Oscars a la más peculiar de las actrices de su tiempo.
La Jackson representaba la imagen de una mujer temperamental y difícil de comprender, pero crítica y público se dejaron seducir por las dosis de distancia y fuerza dramática que prestaba en sus mejores películas.
Ella, en cambio, no fue consciente del revuelo, o quizá prefirió hacer oídos sordos a los elogios y las alabanzas que suscitaban sus interpretaciones.
La palabra "estrellato" nunca fue cómoda para Glenda y acabaría renunciando a su carrera artística, en favor de una trayectoria en la política de su país.
Glenda Jackson era lo más parecido a una gata. Como cualquier felino, aparenta tranquilidad e independencia, hasta que reacciona y lanza un zarpazo a traición.
El extravagante, siempre polémico Ken Russell encontró en esta fiera de la escena a su musa ideal. Así, la embarcó en dos viscerales retratos de la neurosis sexual: "Mujeres Enamoradas" y "The Music Lovers".
La primera película adaptaba la novela de D.H. Lawrence y otorgó a Glenda un premio de la Academia; en la segunda, fue Nina, la trágica y muy ninfómana esposa de Tchaikovsky.
Cansada de interpretar a mujeres de psique perturbada y furor uterino, Glenda renunció a protagonizar "The Devils", la siguiente película de Russell.
Nunca dócil, siempre díscola, la Jackson buscó nuevos retos y, como resultado, obtuvo otra victoria doble.
Fue un vértice del triángulo de "Sunday, Bloody Sunday", y, sobre todo, la reina Isabel I para la BBC, una interpretación-hito en las biografías históricas.
El éxito de su retrato de la monarca virgen le permitió repetirlo en "Mary, Queen of the Scots", junto a Vanessa Redgrave.
Glenda quería también comedia y se la dieron. Con "Un Toque de Distinción", ganaba un segundo e inesperado Oscar. Hollywood la reclamaba a gritos y ella persistió siempre en mirar para otro lado.
Hacia finales de la década de los setenta, la estela de la Jackson empezó a apagarse, aunque su estatus de gran actriz inglesa se mantuvo bien firme, mientras seguía buceando sin complejos entre el cine, el teatro y la televisión de calidad.
Sus apariciones como actriz fueron notoriamente menores desde que se involucrara en el Partido Laborista. En 1992, llegaba al Parlamento y anunciaba su inapelable retirada de la interpretación.
Inteligente y comprometida como pocas, la fama no la hizo olvidar jamás sus orígenes humildes. Un buen fruto de su generación, la concienciada Jackson es todo un modelo de estilo e integridad.
Aunque nuestro corazón cinéfilo no puede evitar guardarle cierto rencor por su voluntario destierro de la luz de los focos. Queríamos más Glenda, en definitiva.
1 comentario:
Hola Montez,
Te escribo a la luz de una vela, sin luz, sin gas, como en el S-XVIII. Pronte vendrá el electricista de urgencia y bajaré con él al sótano. Entonces esto sí que puede ser una película de terror..(con roles inversos y personajes cambiantes, tal vez).
Al grano, Enhorabuena Montez. Ha sabido usted contar la esencia de Glenda.
Si bien ha sabido prescindir de casi todo el anecdotario y la meraenumeración de títulos, sigue usted punto por punto los atributos de Glenda Jackson actriz y eso es lo que nos interesa.
La batería del ordenador se consume. En unos minutos estaré desconectado...
Un saludo.
Lord Alfred
Publicar un comentario