miércoles, 11 de noviembre de 2009

1989


Disney volvía por sus fueros con "La Sirenita", que le devolvió el favor del público y auguró una nueva época llena de triunfos.
Como la Sirenita, los países del Este de Europa querían caminar y formar parte de tu mundo.
El desmembramiento del comunismo soviético echó a flotar a todo el bloque, y hubo golpes de Estado para dar y regalar.


Sí, querían formar parte de tu mundo. El mismo que empezaba a comercializar la Game Boy y que ofrecía las últimas aventuras del arqueólogo aventurero.


El malo de "Indiana Jones y la Última Cruzada" bebía del cáliz del Santo Grial, esperando la eterna juventud.
Quería bailar la Lambada para siempre, pero no hay mañana para los osados.


La década del exceso se despidió con un año excesivo, coronado por el Joker de Jack Nicholson, que se apoderó de nuestras pesadillas.


En Estados Unidos, se vivieron terribles oleadas de violencia.


Conocimos a los hermanos Menendez, que se cargaron a sus padres en un chalé de Beverly Hills, y a Patrick Purdy, que entró en un colegio, disparó a cinco niños y se pegó un tiro.


El señor George Bush, nuevo en la presidencia, empezaba el año con el debate de las armas semiautomáticas y lo terminaba entrando en Panamá.
Así, demostró que el mundo ahora era el patio donde los yanquis se pasearían con superioridad manifiesta.
Sin la Unión Soviética, ya no había "Stop!".


La Sirenita tenía motivos para querer salir del agua.
La Exxon Valdez derramó crudo en los mares de Alaska en uno de los grandes desastres ecológicos de la historia.


Mientras, Jomeini pedía a los musulmanes que le hicieran favor de asesinar al escritor Salman Rushdie.
"Los Versos Satánicos", novela publicada el año anterior, no habían gustado ni un pelo al mandamás de Irán.
Por su parte, la Iglesia Católica decidía que su objetivo favorito era Madonna, que la armaba fina en su vídeo "Like a prayer".


"Batman" y la tercera de Indiana Jones se repartían la taquilla mundial.
Pero la película de moda era "Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo", que ganó en Cannes y provocó sonrojos por su franqueza.


En televisión, la audiencia reaccionó aterrada ante la premiere de la última temporada de "Falcon Crest".


Oh, Dios mío, la pobre Maggie. Se sumergió para recuperar su anillo de boda y acabó con los dedos atrapados en el desagüe de la piscina.
Maggie luchó, pero murió; como todas las soap operas, que iban cerrando puertas poco a poco.


El reemplazo llegó pronto: se estrenaron "Seinfeld" y "Los Simpson".


La televisión también fue la encargada de registrar el gran momento histórico de 1989.
El Muro de Berlín, que había partido la ciudad allá por los años sesenta, encontraba el final de sus días y era reducido a la nada.
El mundo capitalista había ganado.


Los chicos de la plaza de Tiananmen también querían formar parte de tu mundo, pero no lo consiguieron.


Murieron enredados en sus bicicletas, mientras los tanques chinos reconquistaban el escenario de la tragedia. Por supuesto, Catodia también estuvo allí.


¿Todos los perros van al Cielo? Woody Allen nos contó que algunos lo consiguen.


En "Delitos y Faltas", la justicia es imposible en un mundo de absurdos, de azar y de asesinos que se escapan por la puerta de atrás.
Pero, como la Sirenita, nunca dejamos de mirar a la superficie, con los deseos intactos.

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