domingo, 31 de mayo de 2009

Diana


Diana siempre fue tímida y un tanto inexpresiva.
Sin embargo, ello no le supuso obstáculo para convertirse en la estrella femenina de la Motown y en una de las grandes artistas afroamericanas del siglo XX.


¿Cuál fue su secreto? ¿Fueron acaso esos enormes y cautivadores ojos los responsables de su éxito? ¿O tal vez su voz susurrante, suavemente erótica, ideal para el pop?


Diana Ross tenía sex-appeal y su estrategia fue extraer fuerza de su aparente fragilidad.
Cada vez pisaba mejor el escenario, mientras su cabello desafiaba la noción de volumen y la leyenda rodeaba su figura con la debida urgencia.


El público la quiso distinguir desde el principio, cuando era la cantante principal del grupo de chicas The Supremes.
La Motown, la productora más importante de música negra, lanzó a este trío inigualable, que ofreció tantísimos temas claves del pop de los sesenta.


Todo era love para The Supremes, con canciones como "Baby Love", "Stoned Love", "You Can't Hurry Love" y, ante todo, "Stop! In the Name of Love".


La independencia de la talentosa Ross se veía como inevitable, pero se retrasó hasta 1970, debido a los interminables protocolos de la Motown, que exasperaban a casi todos sus artistas.
En cualquier caso, la carrera como solista de Diana no pudo empezar mejor.


Sus canciones escalaban las listas de éxitos con facilidad y sus glamourosas apariciones en televisión se hacían cada vez más regulares y aplaudidas.
Irrumpió en la escena disco, con temas como "Upside Down" o "I'm Coming Out". Ésta última, se convertiría en inevitable himno para el público gay, adorador potencial de la Ross.


La noticia de que Diana Ross era la elegida para protagonizar un biopic sobre Billie Holliday provocó las burlas generales, que ponían en evidencia, no sólo la diferencia de estilos musicales de las dos divas, sino la latente inexperiencia cinematógrafica de la Ross.


La opinión cambió tras el estreno de "Lady Sings the Blues". En una sorprendente interpretación, Diana se sumergió en la espeluznante saga de gloria efímera y decadencia absoluta del icono del jazz.
La película fue aplaudida por público y crítica, y Diana Ross recibió una nominación al Oscar como mejor actriz.


Se abría un nuevo campo de acción para Diana, pero los tremendos fracasos de "El Mago" y la trashy "Mahogany" la disuadieron pronto, por lo que volvió a centrarse exclusivamente en su carrera musical.


En los años ochenta, libre del apretado corsé de la Motown, Diana se soltó y cardó el pelo hasta tal punto que el mundo no ha conocido melena igual.


Nunca tan consciente de su papel de divaza de pieles y lentejuelas, la Ross siguió entregándose a la melodía pegadiza, aunque la excitación por ella decreció tanto como la calidad de sus temas.
Pero siempre hubo tiempo para arrasar en ventas, como sucedió con aquella cumbre de la cursilería llamada "Endless Love", que interpretó a dúo con Lionel Richie.


Desde entonces hasta ahora, Diana Ross gusta de compaginar períodos de silencio con resurrecciones artísticas.


Con el permiso de Cher y Dolly Parton, la Ross es lo más parecido a una folclórica que puedan conocer los Estados Unidos; una figura insumergible, que suscita la risita en ocasiones, pero que siempre termina por demostrar su grandeza una y otra vez.

3 comentarios:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.