Metro setenta y nueve de mujer y todos los vatios de la seducción.
Nicole Kidman es la estrella del cambio de siglo; una actriz fascinante, hecha de porcelana y testarudez.
Llegó desde Australia sin otra ambición que ser una bonita consorte para Tom Cruise.
Años después, Nicole se daría cuenta de que podía ser más grande que cualquiera.
Dice que Stanley Kubrick cambió su manera de ver la profesión.
El rodaje de "Eyes Wide Shut" abrió las aguas para la nueva Kidman, la que ya no sería la señora Cruise y la que recibiría el respeto y la devoción del público y la crítica.
Para ello, empezó a dejarse la piel y a volverse loca, absorbida por sus interpretaciones y buscando nuevos desafíos, con la sublime obsesión que caracteriza a los magníficos.
"Por fin puedo llevar tacones", anunció cuando se separó de Tom.
Y ese mismo año, la Kidman descendía esplendorosa en el columpio de aquel irresistible "Moulin Rouge", interpretando a la perfecta Dama de las Camelias de la era del DVD.
La prensa rosa empezó a perseguirla, mientras ella encadenaba éxito tras éxito y conseguía el largamente esperado Oscar por su retrato de Virginia Woolf en "Las Horas".
No obstante, la gloria de Nicole Kidman comienza a dispersarse tras el año 2003 y, si bien no deja de intrigar, su estela ha menguado en los últimos años.
Recientemente, los episodios de su relación y posterior matrimonio con el cantante country Keith Urban han estado más en el ojo del huracán que sus películas.
Creíamos que "Australia" nos la iba a devolver con la gloria que merece.
Pero hasta ella misma se ha mostrado descontenta con el resultado final, ejemplo de los efectos del dichoso bótox en la expresividad de las actrices.
"Mi primera reacción cuando conocí a Nic fue de pura lujuria".
ResponderEliminarTom Cruise.