viernes, 13 de febrero de 2009

Onanismo


Ya lo cantaba Whitney Houston en "The Greatest Love of All": el amor más grande es saber amarse a uno mismo.
Qué mejor manera de demostrarlo que darse placer en soledad. ¿O acaso hay algo más satisfactorio en el mundo que una bonita paja?


Los hay muy precoces, pero el apogeo de la masturbación pertenece a la pubertad por derecho propio. De hecho, hallar el poder de los genitales es quizá lo único realmente bueno de la adolescencia.
En ese momento, todo es susceptible de homenaje onanista. La mínima sugerencia de erotismo conduce la mano hasta los dispositivos del deseo, necesitados de total atención.
El acto se intensifica en esas edades por su carácter clandestino, temeroso de ser descubierto y censurado por los mayores.


El despertar sexual a través de la masturbación ha sido objeto de preocupación por todas las culturas.
Algunas optan por ritualizarlo, mientras otras lo persiguen como una prueba de deshonra y pecado.


El cénit de la persecución sistemática de la paja se vivió en la Inglaterra victoriana, donde se proclamaba que el onanismo propiciaba la enfermedad mental.
Se recomendaba que los chicos llevaran pantalones cuyos bolsillos no permitieran acceder a sus genitales y que las chicas no montasen a caballo ni en bicicleta.


En cualquier caso, hasta en tiempos de tabú y oscuridad, recurrir al machaque o al dedo es una tendencia humana tan inevitable como irrefutable es la ley de la gravedad. Todos los cuerpos caen al suelo y todos necesitan un orgasmo a tiempo.


Hoy se han despejado las incógnitas en torno a la masturbación. No es perniciosa para el espíritu, sino todo lo contrario. Combate el estrés, relaja y es saludable.
Aún así, todavía suscita risitas y sigue siendo más secreta en las mujeres que en los hombres.


En la ducha, en la cama, en la oficina, con la pareja al lado, pensando en la vecina o en Francesco D'Macho, ¿quién te va a querer mejor que tú mismo?.

3 comentarios:

  1. Absolutamente nadie.
    Me siento taaaaaaaannn identificado... que me voy a tener que emborrachar.

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  2. qué buenas amigas son la almohada y la ducha (entre otras)

    p.d.: rfp, pásame la botella.

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  3. Desde luego, una buena "gayola" a tiempo cuánto desestresa...

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