Las damas del exceso tenían su lecho natural en el melodrama. Ellos eran divos cuando le daban al terror.
Y Vincent Price sabía un rato de dar miedo y asumirse como figura camp.
Y Vincent Price sabía un rato de dar miedo y asumirse como figura camp.
Su vida y su inteligencia iban más allá de Hollywood; el señor Price era conocido por ser un señor de intachable elegancia y seguro polifacetismo.
Lo mismo escribía que sabía catar vinos y suculentos platos; sin embargo, Vincent Price es adorado y recordado por ser malo malísimo para las películas.
Siempre robaba la escena, con sus ojos mayúsculos y su voz grave y envolvente.
Lo mismo escribía que sabía catar vinos y suculentos platos; sin embargo, Vincent Price es adorado y recordado por ser malo malísimo para las películas.
Siempre robaba la escena, con sus ojos mayúsculos y su voz grave y envolvente.
Ya desde el principio, fue villano. Entonces, le daban papeles de hipócrita y niño pijo, como su brillante Shelby Carpenter de "Laura".
En "Que el Cielo la Juzgue" y "Dragonwyck", Price se constituía como una figura amenazante, que provoca el temblor ajeno sólo con entrar en la habitación.
En "Que el Cielo la Juzgue" y "Dragonwyck", Price se constituía como una figura amenazante, que provoca el temblor ajeno sólo con entrar en la habitación.
"Los Crímenes del Museo de Cera" proponía una experiencia de terror beneficiada del entonces innovador 3-D. El público tembló en el asiento y decidió que querían más Vincent Price.
Sería Roger Corman quien aprovecharía el filón con sus inefables adaptaciones de Allan Poe. En todas, Price era un noble decadente, residente en mansiones góticas, con multitud de esqueletos en el armario y siempre moría profiriendo gritos de dolor.
Sería Roger Corman quien aprovecharía el filón con sus inefables adaptaciones de Allan Poe. En todas, Price era un noble decadente, residente en mansiones góticas, con multitud de esqueletos en el armario y siempre moría profiriendo gritos de dolor.
Nunca la serie B fue tan postinera como cuando aparecía el señor Price con esos ojos fuera de órbita y ese indudable y negrísimo sentido del humor, que corría por debajo de sus caracterizaciones.
A mediados de los setenta, Price decidió trasladarse a la televisión y presentó varios programas de cocina con Mary Grant, su segunda esposa.
El cine siempre estuvo pendiente de sus retornos. Tim Burton, su declarado fan número uno, le proporcionó un emocionante canto del cisne, como el inventor que nunca pudo colocar manos a su melancólico "Eduardo Manostijeras".
El cine siempre estuvo pendiente de sus retornos. Tim Burton, su declarado fan número uno, le proporcionó un emocionante canto del cisne, como el inventor que nunca pudo colocar manos a su melancólico "Eduardo Manostijeras".
Vincent Price fue más grande que la vida y lo sabía muy bien.
Efectivamente lo era. Me encanta esta sección.
ResponderEliminarYa no hay actores así, ni pelis jajaj
ResponderEliminarTe enlace porque me gusta mucho tu blog, es muy original y bastante curioso. me gusta
Mil gracias a los dos!!!
ResponderEliminar¿Que podemos decir de Price que no se haya dicho ya...? ¿O que sí se haya dicho? ¡Bravo, maestro!
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