Brendan Fraser

Toda una debilidad desde que lo conocimos en los noventa, el atractivo de Brendan Fraser reside en esos ojos azules, en esa enorme sonrisa y en ese cuerpo estilo Armario Empotrado.
Este niño grande rezuma pura inocencia, pero no le falta nada ni de hombre ni de maromo.

Se prefiere imaginarlo como Adán, como Tarzán, como el eslabón perdido e incluso como Hermes, el mensajero de los dioses.
Entre la cara de tontín y el cuerpo pecaminoso, Brendan sugiere el ancestro y los encantos de la selva.

Y quizá la mejor prueba quedó desplegada en "George de la Jungla", esa película que gusta mucho más con el mute puesto. Desde entonces, todo fueron suspiros para este Fraser.

Entre las comedias tontas, las superproducciones ruidosas y los proyectos más ambiciosos, Brendan Fraser se ha construido una carrera estimable, con unos frutos que ni él mismo esperaba.

Ahora lleva solo el peso de películas tan aparatosas como "La Momia" o "Viaje al Centro de la Tierra", que revientan las taquillas y lo colocan como un carismático héroe de acción.

Su participación en títulos como "Dioses y Monstruos", "El Americano Impasible" o "Crash" hablan de un Fraser más interesado en otros terrenos.
Y en su página web, se pueden ver varios ejemplos de su gran pasión: la fotografía.

Aunque se esté quedando calvo de una manera alarmante, nadie mueve el fleco ni llena los pantalones de safari como él. Si me tengo que despertar dentro de milenios, que sea Brendan mi mejor arqueólogo.