Julianne

Robert Altman fue el encargado de definir en primera instancia el encanto Moore.
Según el señor Altman, Julianne es la mujer ideal para decirte con el parrús al aire y en plena cocina que has sido un cornudo toda la vida.
En esa memorable escena de "Vidas Cruzadas", se asentaron las bases; Julianne Moore iba a ser la quintaesencia de la zorra pelirroja.
La misma que más de una vez ha pensado en otro, que en cierta ocasión hizo la maleta para marcharse, que a veces se arrepiente de sus pecados.

La hazaña de la Moore consiste en hacer inteligibles a todas las antiheroínas que interpreta. Se comprende su arrepentimiento en "Magnolia", su abandono en "Las Horas", su enamoramiento de Dios en "El Fin del Romance". Las mujeres de Julianne tienen algo más que una ardiente cabellera roja.

Pese a esa cara de víbora que se gasta, Julianne es una actriz muy querida y deseada por el público. Se debe a su innata inteligencia.

No quiso quedarse únicamente adscrita al indie y optó por conquistar la industria. Así, ha combinado como ninguna películas comerciales con apuestas más arriesgadas.
Perseguida por dinosaurios, debajo de Mark Wahlberg, armando el numerito en la farmacia o enamorada de su jardinero negro; la Moore siempre convence y emociona.

Y Hollywood demostró que la adoraba sin remisión cuando fue la elegida final para el disputadísimo papel de Clarice Starling en "Hannibal".

Ahora sólo le queda ganar el Oscar. De momento, estrena "Saving Grace", donde hace de mami ricachona y terrible; se aseguran toneladas de melodrama camp.

Tened cuidado con esta Moore. Cuando se quita las gafas de sol, lo apropiado es echarse a temblar.