En los años cincuenta, Tab Hunter era un ídolo juvenil. Rubio, bonito y bronceado. En Hollywood, se sabía la verdad. Pero la ley del silencio era inevitable.
La revista Confidential publicó en 1955 que Tab había sido arrestado por la policía. Se le acusaba de conducta disoluta, tras participar en una fiesta pijama. Una fiesta en la que sólo se contaban hombres entre sus invitados.
En realidad, que el nombre de Tab Hunter apareciera en ese artículo fue un intercambio entre la Warner y la revista Confidential.
El estudio sacrificó a Tab para proteger la imagen de Rock Hudson, otro de los eminentes invitados de la fiesta.
El estudio sacrificó a Tab para proteger la imagen de Rock Hudson, otro de los eminentes invitados de la fiesta.
Ese artículo pudo arruinar la emergente carrera de Tab Hunter, pero lo cierto es que el estudio se cuidó mucho de que siguiera adelante.
El escándalo quedó en el olvido. Al fin y al cabo, ¿Quién hacía mejor de cowboy, de surfista o de marine? ¿Quién daba la mejor imagen de chico norteamericano limpio y sano?
Allí estaba haciendo arder a Dorothy Malone en "Battle Cry", exitoso drama bélico que lo hizo estrella.
Todos adoraban a Tab. Si había algo que esconder, mejor que siguiera oculto.
En una sociedad y una industria tan hipócrita como esa, la fachada de Tab Hunter era aquella que lo relacionaba con chicas como Natalie Wood o Debbie Reynolds. Pura portada comercial para cubrir un secreto a voces.
En 1960, Tab ya tenía show televisivo propio.
En ese efímero momento de gloria, fue denunciado por una vecina suya, acusado de haber golpeado a su perro. En el juicio, salió a relucir que Tab había rechazado en varias ocasiones las tentativas románticas de la señora en particular. Fue absuelto.
Mientras, su programa no encontraba el suficiente apoyo de la audiencia y fue cancelado.
Los años sesenta supusieron el declive total para Hunter, sustituido en los corazones juveniles por Troy Donahue.
A finales de la década, se establecería en el sur de Francia, protagonizando varios spaghetti-westerns.
En los ochenta, Tab Hunter reaparecería, en "Grease 2" y, riéndose de su propia imagen, frente a la incombustible Divine en "Polyester" y "Lust in the Dust".
Hasta 2005, no quedaría despejada la incógnita por completo. Fue entonces cuando publicó su autobiografía, donde lo contó todo. Efectivamente era homosexual, en una época en que no se usaba la palabra gay y donde la doble vida era la norma.
Fue chantajeado en varias ocasiones, tratado con crueldad por la prensa sensacionalista y sus intentos de establecer relaciones heterosexuales se quedaron en lo platónico.
Entre sus romances, nombres tan conocidos como Anthony Perkins, Rudolf Nureyev y el patinador Ronnie Robertson.
Su geriátrica "salida del armario" lo equipara a Richard Chamberlain, otro sufriente del silencio hasta hace pocos años.
Ahora Tab Hunter, más feliz que nunca, reside en California con Allan Glaser, su pareja desde hace veinticinco años. El mismo que le animó decididamente a escribir sus memorias.
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