Hace menos de dos semanas le dedicaba un breve artículo a "The Dark Knight", insistiendo en que nos encantaba el nuevo Joker. Y allá por octubre, Heath Ledger estaba invitado al Día del Maromo, junto con Jake Gyllenhaal.
Hablar de Heath, escribir sobre él, era una celebración. Porque, de alguna manera, lo descubrimos nosotros.
Ya estaba ahí. Lo habíamos visto en "El patriota", en el cartel de "Destino de caballero", nos llamó la atención en "Monster's Ball".
Pero nuestro idilio con Heathcliff Andrew Ledger se inició evidentemente con "Brokeback Mountain". Quizá sea la interpretación de su vida; fue uno de esos casos en los que un actor agarra un gran personaje y lo exprime con ganas.
Yo deseé el Oscar para él. Pero aquella noche no estaban los premios para vaqueros homosexuales.
En cualquier caso, "Brokeback Mountain", Heath y Jake nos habían conquistado por completo. Aclamé la película de Ang Lee como el primer melodrama protagonizado por hombres. Tristísima, sofisticada, vibrante; una historia de amor contada con dos narices.
Seguimos la carrera que Heath Ledger trazaba para sí con gran interés. Hasta ayer, cuando todo se detuvo.
Lo encontraron en su cama, rodeado de píldoras, en su apartamento del SoHo neoyorquino. Una muerte repentina, inexplicable, que nos ha dejado sedientos de Ledger. No teníamos suficiente, nos faltaban más películas para recordarlo.
En verano, llegará su película póstuma, donde interpreta al Joker con una garra insólita.
A veces, la vida se viste de injusticia.
Descanse en paz, Heath Ledger.
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