viernes, 30 de abril de 2010

Operación Bikini


Ah, las veleidades de la imagen. Oh, el alma atrapada en ese cuerpo. Todos los seres humanos han vivido con la misma aflicción.
La materia no permite expresar el espíritu, los feos deben morir y el amor está hecho para las reinas de la belleza y los maromos de los jueves.


Rezan los cuentos de hadas que la belleza se encuentra en el interior.
Pero eso es un buen chiste.
Así lo detecta Ryan Murphy en sus grandes series, donde nos cuenta que obsesionarse por la imagen es tan estúpido como decir que no importa el exterior.


Esto es, odiamos a la imbécil que no come por temor a los pliegues de su estómago tanto como al seboso maloliente que afirma que le da igual su ofensivo aspecto.


La higiene, el cuidado personal, la cosmética, el ejercicio físico y la cirugía plástica son las herramientas de las que se dispone para poder enfrentarse al espejo.
La madrastra de Blancanieves le hacía la pregunta precisa y no obtenía la respuesta requerida.


Los que están gordos, los que tienen horribles cicatrices, los que nacieron feos, los que sucumbieron a accidentes, los que se quemaron en incendios, viven desterrados de tantos escenarios de placer, de tantas felicidades seguras.


Pero la imagen perfecta también es una responsabilidad.


Seguro que nadie se acerca a Jon Kortajarena, mientras que su colega, menos guapo pero más accesible, tendrá las de ganar.


La imagen, como percepción humana, se presta a la distorsión.
El amor hace ver guapo a quien no lo es, y muchos complejos y desórdenes alimenticios nacen de imágenes de uno mismo que no son reales.


En cualquier caso, más que la realidad, importa la representación. Y, sexualmente, la imagen es indisociable de la fantasía.


Es el caso de la moda de los osos entre los hombres homosexuales.
Antes, prevalecía la imagen metrosexual; ahora, se impone la retrosexual, porque se considera representación más fidedigna de lo masculino, entendido como butch, tan querido por la mayoría de los gays.


La operación bikini es el mayor yugo de muchas mujeres, víctimas de la objetificación, sometidas a ser bonitos floreros para sus novios, para sus jefes, para sus rivales, para sus amigos gays.


No te hacía falta el bótox, Nicole. Erais más gloriosas que vuestras caderas, Karen y Judy. You're beautiful, Mercedes.


Como siempre, el mundo y las personalidades van de un extremo a otro, sin inteligencia y con demasiado desvarío.
Dice mi amigo Devlin que lo oportuno es "una cosa vivible".


No hay que obsesionarse por esa barriga, pero tampoco se trata de rendirse, renegar y volverse feo de rencor, al no cumplir con los requisitos del canon de turno.
La belleza es una esclavitud, pero estar bueno es fácil.


Y siempre hay alguien que te encuentra irresistible.
A ver esa sonrisita, mis maromos y mis divas.

jueves, 29 de abril de 2010

Mehcad Brooks


Qué calor tengo. ¿Será que ha llegado el buen tiempo o que Mehcad Brooks está en "El Día del Maromo"?
Los motivos para ser devotos de Alan Ball son muchos, pero uno de los mayores es, sin duda, ese oh-my-God reparto masculino de "True Blood".


El año pasado, Mehcad participaba en la fascinante serie, como 'Eggs', el demasiado ideal amor de la atribulada Tara.


Pronto descubríamos que 'Eggs' era el instrumento favorito de los malvados planes de Maryann, alocada ménade interpretada por Michelle Forbes.


Ni la Forbes ni este Brooks estarán en la tercera temporada de "True Blood", pero ya sabemos que vienen óptimos sustitutos.


Y, en cualquier caso, no olvidaremos el verano tan estimulante que nos hicieron pasar. Poner los ojos en negro y conjurarse a todos los Bacos parecía lo apropiado.


Rostro y cuerpo frecuente en la televisión yanqui, las series son el hábitat natural de Mehcad Brooks.
El metro noventa y uno que se gasta lo han hecho inevitable elección para todo ficticio jugador de basket que se precie.


Ya le echamos el ojo en "Mujeres Desesperadas", donde fue el sospechoso hijo de Alfre Woodard, y también en un episodio de "Cold Case", donde incorporó a un baloncestista asesinado.


Uno de los físicos más impresionantes que han visto mis ojos, este macizo tan rocoso sigue dando que hablar.


Lo último ha sido participar en la última campaña de Calvin Klein, formando parte de un cuarteto de hombres de infarto.


Los otros chicos en calzoncillos responden a los nombres de Fernando Verdasco, Kellan Lutz e Hidetoshi Kanata, probables candidatos para jueves venideros.


Pero, Mehcad, que ha sido modelo desde los trece años, les roba el protagonismo a sus compañeros de anuncio.
Sólo hay que ver el clip para comprobarlo.


En cierta ocasión, le preguntaron si tenía problemas para desnudarse frente a las cámaras.


Él respondió que no le suponía ningún complejo en absoluto; de hecho, le gusta estar bien fresquito y adoraría pasearse por la calle sólo con unos calcetines puestos.


Que me diga de qué calle estamos hablando.

miércoles, 28 de abril de 2010

1975


Bañarse en la playa no estaba muy de moda en 1975. O quizá más nunca.
"Tiburón" regía pesadillas y taquillas.
Contaba que, cuando parecía que lo habías perdido de vista, ahí volvía el escualo cabrón con ganas de piernecita de incauto bañista.


Como bañistas aterrorizados, los protagonistas del Watergate intentaban salir del agua.
Pero el fiasco seguía dando dentelladas entre el acabado gabinete nixoniano, y tres de ellos eran condenados a penas de cárcel.


El nuevo presidente, Gerald Ford, afrontaba la papeleta.


Sufrió dos atentados frustrados contra su persona, a menos de un mes de diferencia.
Eran dos mujeres; una de ellas, Lynette 'Squeaky' Fromme, proveniente de la siempre encantadora familia Manson.


Se oían noticias de Vietnam, cada vez más desafinadas, cada vez menos importantes; los Estados Unidos llevaban dos años retirados oficialmente de la contienda que los había marcado para siempre.


El último episodio tenía lugar. El Vietcong conseguía la victoria, y la caída de Saigón ponía punto y final a la guerra.


Robert Altman resumía la atribulada sociedad norteamericana de los setenta, sus cuentas pendientes y sus tristes saldos.
Música country, amores no correspondidos y disparos mortales en público para la visionaria "Nashville".


En plena desmitificación, Janis Ian evocaba una adolescencia nada dorada en "At Seventeen", donde aseguraba que había aprendido la verdad a los diecisiete: Love was made for beauty queens.


¿Qué era el amor en 1975?
Minnie Ripperton cantaba, en "Lovin' You", que era fácil 'cause you're beautiful.
Little Edith Bouvier lo echaba de menos, pero todavía lo esperaba bajo su difusa percepción del tiempo.
Vivía caduca y podrida junto a su madre, en "Grey Gardens", una mansión asquerosa de The Hamptons, emblema de las decadencias propias y asistidas.


En temas de amor, los 10cc eran tan escépticos como la época. I'm not in love, it's just a silly phase I'm going through.


Si no hay amor en los cuerpos, siempre se puede encontrar en las máquinas.
El primer indicio de computador personal se ponía a la venta con gran éxito, llamado Altair 8800 y con el futuro bien incrustado en sus circuitos.


Un Bill Gates de veinte años fue uno de los compradores de ese Altair y esa gloriosa adquisición le dio una idea con el nombre de Microsoft.


Galileo, Galileo, Figaro!. Queen publicaba "Bohemian Rhapsody", su tema más ambicioso, que se deslizaba sagaz entre la ópera, el pop-rock y la bufonada.
Era tiempo para desordenar las cosas, despeinarse e ir más allá de los hippies cursis.
Los Ramones daban punk al punk, y cien fans de Led Zeppelin la armaron fina en el Boston Garden, destrozándolo todo ante la desesperación por conseguir entradas.
¡Viva la stravanganza! ¡Arriba la ópera rock! The Who eran contados por Ken Russell en "Tommy".


Mientras, un inefable fenómeno se gestaba en la sesión de madrugada.
Brad y Janet se perdían en la noche y buscaban amparo en un tenebroso castillo. Allí residía el Dr. Frank N. Furter, junto a su séquito.


Se decían provenientes de la Transexual Transilvania y tenían la necesidad de pasarlo bien, crear el maromo perfecto y adorar a la RKO.


"The Rocky Horror Picture Show" veía la luz en las sesiones golfas a lo largo de toda América.
Allí se acudía vestido como los protagonistas de la película y, a su compás, el patio de butacas se convertía en una continuación de lo cantado y bailado en la pantalla.


Ir a ver "The Rocky Horror" a última hora, donde vivían los primeros frikis y residían los definitivos petardos, fue ritual contracultural durante años.
Sí, era medianoche en 1975. Oh, creatures of the night!


En España, Ovidi Montllor le daba un escopetazo a Lola Gaos, su propia madre, en "Furtivos".


Llegó tu hora, monstruo. El país vivía el episodio final del patriarca de la oscuridad.
Éste no se marcharía sin demostrar su crueldad. Franco hizo una última llamada teléfonica y dio su última orden: "fusiladlos".


Hasta la Iglesia, le retiró el favor después de aquello. El Imperio español caía a la vez que el franquismo, al tiempo que la Marcha Verde se cobraba las plazas norteafricanas.
Se terminó el florido pensil, se acabaron las niñas de luto, ya no se creía en los Reyes Católicos, ni se confiaba en las Tías Tulas.


En noviembre, Franco se murió y se fue para el Infierno. Hubo más de uno que lo lloró, pero en la España del 75, todo era inquietud, opinión y mañana.
Así, empezaba la Transición, política, social, sexual.


María José Cantudo abría el camino. Se desnudó en "La Trastienda" y aquel fue el primer chocho del cine español.
Sucedía a medianoche, claro.


Ya lo cantaba Elton John. Someone saved my life tonight. Sí, estábamos salvados.