viernes, 2 de octubre de 2009

Sobre Roman


Ha sido el más exuberante de los directores pesimistas y el más carismático de los cineastas personales.
Todos los que amamos el cine, amamos las películas de Roman Polanski.


Desde su debut, el joven Roman llamó la atención por la madurez de sus temas y el riesgo de sus discursos.
En “El Cuchillo en el Agua” y “Cul-de-Sac”, las relaciones humanas van abocadas al fracaso y los intrusos tienen las de ganar.


“Repulsión”, thriller psicológico de alto voltaje, mostraba sus deudas estilísticas con Hitchcock y el Surrealismo.


Se permitió una bufonada con “El Baile de los Vampiros”, que también coprotagonizó.
Esa película fue testigo de su romance con Sharon Tate.


Roman se casó con la escultural rubia; se asentaron en Hollywood, donde fueron pareja de foco, fiesta y atención mediática.
¿Cómo un director de cine pudo convertirse en una celebridad? La respuesta está en esa misma época, donde hasta los más sesudos artistas eran VIPs.


1968 fue un año clave para Roman y Sharon.
Ella triunfaba en el cine con “El Valle de las Muñecas” y él estrenaba la que, quizá, siga siendo su gran película: “La Semilla del Diablo” (Rosemary’s Baby).


Es el ejemplo perfecto de la magnificencia de Polanski: un cuento de terror sin concesiones y de oblicuo sentido del humor cautiva al público y se hace clásico instantáneo.


Hollywood quería a Roman, lo deseaba y no quería dejarlo escapar.


Sin embargo, la felicidad terminó al año siguiente.
Al ritmo de “Helter Skelter”, la terrible familia Manson irrumpió en una fiesta en Los Ángeles y asesinó brutalmente a todos los invitados. Entre ellos, se encontraba una embarazada Sharon Tate.
Roman nunca se ha recuperado de la trágica pérdida de la bella Sharon.


Tardó cinco años en volver al cine y lo hizo con una sangrienta versión de “Macbeth”, evidente fruto de su furia infinita contra los Manson.


Hollywood volvió a llamarlo, decidido a integrarlo nuevamente en sus filas.
“Chinatown” fue su película más ambiciosa y otro éxito contundente.
En un cameo, Roman, diminuto y matón, se encargaba de sajarle la nariz a Jack Nicholson con una navaja.


“Chinatown” resume la mezcla de tristeza y esplendor que caracteriza el estilo de Roman Polanski.


El idilio con la Meca del Cine parecía renovado, pero las cosas tomaron un giro decisivo, cuando fue acusado de tener relaciones sexuales con una chica de trece años. Un delito que supone pena de cárcel en Estados Unidos.
El proceso, como bien sabemos, aún no ha terminado.


Polanski siguió manteniendo un estatus de gran director en el panorama internacional, pero su imagen quedó dañada.
Su posterior romance con una Natassja Kinski de diecisiete años, protagonista de “Tess”, sólo acrecentó las suspicacias.


Pronto, su obra se volvió más esporádica y sus películas se prestaban más oscuras que nunca; decayó el fulgor para que sólo hubiera fatalismo.
Ahí está la hitchcockiana “Frenético”, espejo idóneo de su condición de hombre eternamente perseguido.


Mientras, la perversa y pervertida “Lunas de Hiel” recuperaba su clásico tema de la degeneración inevitable de las relaciones amorosas.
En ambos títulos, aparecía su esposa actual, la actriz francesa Emmanuelle Seigner.


En el año 2002, su nombre apareció en el sobre del ganador al Oscar al mejor director.
La razón: la emotiva “El Pianista”, ajuste de cuentas con la historia de su vida.


De niño, Roman sobrevivió a la persecución nazi, mientras su madre moría en un campo de concentración.
Evidentemente, Polanski no estaba presente para recoger la estatuilla y se hizo un silencio valorativo en la platea. ¿Quería Hollywood recuperarlo una vez más? ¿O aquel Oscar se trataba de un desliz?


Ahora la pregunta que nos hacemos es qué pasará con Roman Polanski.
La huida que protagonizó fue vista como una declaración de culpabilidad y también como un desplante a la justicia estadounidense, algo que los americanos no le perdonarán tan fácilmente.


La diferencia entre violación y relación consentida ocupa toda la controversia, así como la evocación de una década sexualmente excesiva y moralmente permisiva como fueron los setenta.
Es éste un asunto del que también se ha polemizado estas semanas a raíz de las confesiones de Mackenzie Phillips.


En cualquier caso, el proceso contra Roman Polanski ha estado mediado por demasiadas sombras desde sus inicios, lo que quizá jugará a su favor.
Sea cual sea el veredicto, siempre querremos más Polanski.

4 comentarios:

Justo dijo...

No se podía resumir mejor la trayectoria de este gran cineasta, con un equilibrio perfecto entre texto e imagen.

Apabulla un poco recordar todas las estupendas películas de las que es responsable, así como los detalles tan inusuales sobre aspectos de su vida.

He visto casi todas sus obras, y hasta había alguna que no recordaba eran de él, como Tess: qué bellísima estaba Nastassja...

Me parece exagerado a estas alturas que se le detenga cuando la chica en cuestión retiró los cargos y todo indica que fue una relación consentida. En cualquier caso, digo lo que tú: ojalá que se aclare cuanto antes para que pueda seguir haciendo películas.

Y enhorabuena por el homenaje.

Noé dijo...

Hum, sólo he visto completa la de Rosemary´s baby. Así que ya tengo tarea para este fin de semana. Ver algunos otros filmes de este director :P

Champy dijo...

La aberración cometida por 2 gobiernos contra un artista los rebaja a niveles insceticidas.

Como bien cita Josito, el conjunto de la obra de Roman está por encima de acuerdos entre cancilleres.

Alguien a su debido momento lo juzgará y esos, no seremos ninguno de nosotros.

2046

Unknown dijo...

eso es lo que hace falta ahora, el recuerdo de las imágenes llegadas del más allá de la cabeza loca del polaco y no de sus tropiezos genitales que, según la prensa y la justicia (je) son cenitales. como siempre, en la jugada de lo que cuenta: el recorrido, las obras, artista. su vída puede ser un papalote.