Se estrenó en 1989 y no quiere parar.
“Los Simpson” es mucho más que una serie de televisión; es una marca, un santo y seña cultural, un mito para la posteridad.
“Los Simpson” es mucho más que una serie de televisión; es una marca, un santo y seña cultural, un mito para la posteridad.
En cierta ocasión, George Bush, Sr., dijo que quería que las familias norteamericanas se pareciesen más a “Los Walton”, cursilón y bondadoso retrato de la vida pionera, y menos a esos Simpson tan desagradables.
Era demasiado tarde. Atrapados en la sociedad del postizo bienestar, hacía tiempo que todos éramos como “Los Simpson”.
Porque todos vivíamos sentados delante del televisor.
Porque todos vivíamos sentados delante del televisor.
Auténtica revolución en la animación adulta, “Los Simpson” es una sofisticada sitcom, escrita con una precisión y una complejidad asombrosas.
Su intención de abordar la vida disfuncional está presentada desde su famosa apertura, con los personajes moviéndose vertiginosamente y poniéndose en peligro unos a otros.
Su intención de abordar la vida disfuncional está presentada desde su famosa apertura, con los personajes moviéndose vertiginosamente y poniéndose en peligro unos a otros.
La cotidianeidad no asegura la tranquilidad; es simplemente una locura, una continua colisión, y los amarillos seres de Springfield son auténticos supervivientes de sí mismos.
La estrella de la serie es, indudablemente, Homer, perfecto ejemplo del fracaso y del mal funcionamiento de una cultura y una sociedad; un hombre amuermado, glotón y sin mayor horizonte que su vulgar sofá.
Pero la grandeza de este hombre ha residido en la absoluta humanidad que se desprende de sus múltiples defectos.
“Los Simpson” ha sido satírica, negra e incluso bestia, pero nunca ha renunciado ni a la ternura ni a la emoción.
“Los Simpson” ha sido satírica, negra e incluso bestia, pero nunca ha renunciado ni a la ternura ni a la emoción.
Ha expresado a la perfección que la vida merece la pena hasta en la más inútil de las existencias.
He aquí la clave de porqué “Los Simpson” ha resultado tan seductora para todos los públicos; un tipo como Homer, que no vale para nada, puede ser feliz y hacer feliz a sus semejantes.
Una felicidad momentánea, sí, pero, ¿cuál no lo es?
He aquí la clave de porqué “Los Simpson” ha resultado tan seductora para todos los públicos; un tipo como Homer, que no vale para nada, puede ser feliz y hacer feliz a sus semejantes.
Una felicidad momentánea, sí, pero, ¿cuál no lo es?
La irreverencia de su hijo, Bart, fue el asunto más polémico de “Los Simpson” desde sus inicios, al que se le achacó ser un mal ejemplo para los niños.
Como todos los personajes de la serie, Bart representa el antiheroísmo carismático; en su caso, es un nene que se porta mal por puro placer.
Quizá en eso consista la “experiencia Simpson”: verla y reírse con ella supone una gratificante travesura.
Quizá en eso consista la “experiencia Simpson”: verla y reírse con ella supone una gratificante travesura.
Por su parte, Lisa es la única con ciertas luces de la familia; toda una alternativa a la entrañable mujer desesperada que supone su madre, Marge.
Pero ya sabemos que, en “Los Simpson”, los personajes nunca crecen.
Esto parece toda una metáfora de cómo la infancia y la adolescencia se hacen interminables en nuestra sociedad.
Esto parece toda una metáfora de cómo la infancia y la adolescencia se hacen interminables en nuestra sociedad.
Lisa Simpson está condenada a ser una niña eterna y permanecerá como la promesa de un futuro que nunca llegará.
Mientras, no saldrán jamás las palabras de la boca del bebé. Maggie es ese gran personaje enigma, ignorado frecuentemente por su familia, pero siempre con algo decisivo que aportar.
Mientras, no saldrán jamás las palabras de la boca del bebé. Maggie es ese gran personaje enigma, ignorado frecuentemente por su familia, pero siempre con algo decisivo que aportar.
Al igual que otras grandes series, “Los Simpson” posee un plantel de personajes secundarios, terciarios y esporádicos, que se han hecho tan imprescindibles como sus protagonistas.
Durante dos décadas, “Los Simpson” ha tenido tiempo para reírse de todos y cada uno de los aspectos de la condición humana.
Entre sus motivos de mofa favoritos, se encuentran los mitos sociales, las instituciones, la familia, la ciencia, la televisión, la publicidad, el cine de Hollywood, las religiones, los choques culturales, el sexo y las fechas señaladas.
Dicen que ya no es lo que era, pero Matt Groening y los suyos no piensan terminarla.
De momento, ostenta orgullosa el récord de ser la serie más duradera del primetime yanqui.
De momento, ostenta orgullosa el récord de ser la serie más duradera del primetime yanqui.
3 comentarios:
Tengo que confesar algo: nunca he visto un capítulo de Los Simpsons.
Pues debes haber estado viviendo en la Luna, macho. No te creo, no te creo, no te creo.
Para mí son todo un ejemplo de cómo se debe hacer una serie y, a la inversa, de cómo debería dejarse de hacer. Vistas las últimas temporadas alguien debería "matarles" de una vez para que vivieran en paz.
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