Linda

Linda Ronstadt tiene suerte. Me cae tan bien, que se va a salvar de mi ajuste de cuentas contra las canciones de amor.

La perdono, aunque su repertorio está trufadito de ellas. Ahí está esa oda al amor no correspondido llamada "Long Long Time", que es, quizá, su mejor tema.

Linda dijo una vez que desearía estar el mismo tiempo en la cama durmiendo que en los periódicos.
Fue en plenos setenta, cuando se convirtió en la cantante más popular de Estados Unidos, con permiso de Carole King y Barbra Streisand.

La Ronstadt, por entonces, salía con el gobernador de California, el demócrata Jerry Brown, y aparecía provocativa, guapa y selvática en las portadas de las revistas de música.

Era la mujer mejor pagada del rock y su aleación de country y pop hacía furor.


Desde entonces, ha probado casi todos los géneros, desde las rancheras al jazz. Se defiende y siempre sale airosa, pero Linda es realmente grande cuando vuelve a sus raíces.

El secreto siempre ha residido en su voz, cálida, poderosa, suave.
Cuando Linda canta, es todo un angelito protector para quien la oye. Provoca la mezcla perfecta entre melancolía y esperanza.
Entre sus imprescindibles, se encuentran temas como "Poor Poor Pitiful Me", "Someone to Lay Down Beside Me", "It's So Easy" y su extraordinaria versión de "Skylark".

Nunca se ha casado, aunque se la ha relacionado con varios señores célebres, entre los que destaca nada menos que George Lucas.

Sigue en activo. Su último disco es una colaboración súper-country con Ann Savoy, y, en 2004, armó cierto revuelo su defensa de Michael Moore y "Fahrenheit 9/11" en un concierto en un casino de Las Vegas.

Sus canciones siguen siendo muy oídas y revisitadas. Su disco de grandes éxitos no para de reeditarse y el "It's So Easy" se incluyó en la banda sonora de "Brokeback Mountain".
Y yo no me canso de escucharla. Linda sabe hacerse amiga de quien se detiene a oírla y a sentirla.